Kléber Mantilla Cisneros
El fenómeno de la captura de los personajes más emblemáticos de la corrupción y la charlatanería política promueve la idea de que el único lugar seguro del país es la cárcel: La Roca. Tres funcionarios públicos de conductas extravagantes, delictivas y desvastadoras fueron cómplices originarios de la actual tiranía de la mediocridad; una mezcla de rufianes de barrio, abandonados por el resto de su pandilla, con la estética del gánster latoso dueños de la narcopolítica y del sistema de (in)justicia. El demoledor del histórico partido socialcristiano, Pablo Muentes; el manipulador de la selección de jueces sobornables, Wilman Terán y el ex vicepresidente del correísmo morenista, Jorge Glas. La nueva horda de presos que representa la cultura del saqueo de fondos públicos y la narcoviolencia.
Pablo Muentes Alarcón, ex asambleísta, apresado por el caso Purga y una estafa millonaria al Banco del Pacífico, fue investigado por la infiltración del narcotráfico en el sistema de justicia del Guayas. Él enjuició a un periodista cuando informó sobre el tráfico de tierras en beneficio de sus familiares. Lo recordaremos como asistente y amigo en la municipalidad de Jaime Nebot; y, por su amenaza filmada contra el asesinado Fernando Villavicencio. Su encarcelamiento envía un mensaje radical con alto costo para el partido socialcristiano. ¿Cuál sería entonces el origen y los límites de la narcopolítica? ¿Por qué su coideario parlamentario, Esteban Torres, es ahora el flamante viceministro de gobierno? No lo sé.
Wilman Terán Carrillo, magistrado enloquecido por el poder, ex máximo del Consejo de la Judicatura; apresado por el profundo y perturbador caso Metástasis. Hoy, rostro visible del crimen organizado. Un experto en Derecho Penal y Criminología que perpetuó la cultura delictiva de impunidad y esa idea tóxica de la narco ostentación. La ciudadanía lo recordará por su más alto cinismo de llenar la feria de corrupción de abogados y jueces a la carta. Por ser el histriónico acusador pintoresco del correísmo contra la gestión de la fiscal, Diana Salazar, con pruebas amañadas y demasiada cursilería extra.
Jorge Glas Espinel, el de los exabruptos carcelarios, del récord de espejismos, huelgas de hambre y alertas de suicidio. La sombra y espejo de Rafael Correa y la necrofilia política, pero en senderos dintintos. Apresado con dos condenas, y cinco años cumplidos, por los casos Odebrecht, Sobornos y Reconstrucción de Manabí. Fue liberado por el abuso de la figura de ‘habeas corpus’, la coima de Corte y la polarización del correato. Lo sacaron a la fuerza de la Embajada de México y lo trasladaron con convoyes a La Roca, que se volvió un lugar de defensa de la democracia, de la captura de villanos y la recuperación de justicia. Los tres buscan con sus abogados salir a otra cárcel. Acaso, ¿las relaciones incestuosas con el narcotráfico se han acabando? Creería que no.
@kleber_mantilla