Joselo Andrade*
Podría enumerar las múltiples ventajas de una moneda que evitó que Ecuador se convirtiera en Venezuela, que detuvo de manera casi milagrosa la destrucción del valor de nuestro trabajo expresado en moneda, o, en su defecto, hablar de los múltiples ataques que, por parte del socialismo del siglo 21, se han perpetuado desde la implementación de la dolarización. También podría hablar del rechazo ideológico que representa para algunos. Sin embargo, prefiero utilizar este espacio para expresar las razones por las cuales el correísmo no solo no quiere la dolarización, sino que, además, les estorba.
La explicación en realidad es sencilla. Los gobiernos se financian básicamente a través de impuestos, deuda y emisión inorgánica de dinero (la famosa impresión de billetes). En Ecuador, para simplificar, se agregan los recursos provenientes del petróleo, y no se cuenta con la capacidad de imprimir dinero. Es decir, se tiene una forma menos de financiar las intenciones de quien se encuentre en Carondelet.
Desde luego, esto último es precisamente la ventaja de tener una economía dolarizada. Alejar a la política ecuatoriana de la posibilidad de destruir nuestra economía a través de la mítica máquina de hacer dinero. Para dejarlo claro, cuando se imprime dinero con fines políticos, el resultado es el deterioro generalizado de las condiciones de vida de la población y crisis. De eso da cuenta lo que vivimos antes de la adopción del dólar como moneda.
Dicho esto, las formas de financiamiento existentes les quedan cortas: impuestos, deuda y venta de petróleo.
En el caso de los impuestos, tendrían que aumentarlos y lo harían en caso de llegar. Siempre diciendo que a quienes se castigará es a los ricos… lo cual es una situación falsa, pues el aumento de impuestos siempre y en todo lugar afecta y perjudica a todos. Por el lado de la deuda tampoco tendrían reparo alguno, pues todo justifica tener dinero en mano, sin importar si el endeudamiento es caro, poco transparente e innecesario. En cuanto al petróleo, lo venderían por anticipado, como ya lo hicieron en el pasado. Lo importante es vender la idea de que con ellos la economía al fin se pone en marcha. Cabe resaltar que todo esto tiene consecuencias en el plano económico.
Por último, dado que ‘este proyecto político’ no conoce límites y su intención de perpetuarse en el poder tampoco, irían por la única forma de financiamiento que aún no poseen: la de imprimir dinero.
La verdad, los escenarios ya han sido planteados por múltiples analistas en el Ecuador, así como las alternativas adecuadas para el país. Por cierto, ninguna pasa por desdolarizar. Sin embargo, de lo que no debe quedar la menor duda es de la necesidad política de aquellos que no solo son irresponsables económicamente, sino también que, en aras de mantenerse en el poder, son capaces de fabricar bombas de tiempo que ponen en riesgo lo poco que queda en pie dentro de nuestro país. Este ‘proyecto político’, si se le puede llamar así, pues más bien se trata de un ‘proyecto totalitario’, no tiene el más mínimo escrúpulo en utilizar ‘todo recurso existente’, aunque esto signifique destruir nuestra nación. Total, siempre culparán a los pelucones, al FMI, a Trump, o a la prensa corrupta.
Termino reiterando, ellos no solo no quieren la dolarización, les estorba.
* Joselo Andrade es economista, PhD (c) en Ciencias Sociales y Jurídicas por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España y máster en Economía de la Escuela Austriaca. Es liberal, vive en Guayaquil y es director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP).