Miniver y la revolución del prófugo

Joselo Andrade

Para entender la situación actual del Ecuador, es fundamental reconocer el poder del relato y las ideas en una sociedad. Los socialistas del siglo XXI lo comprendieron a la perfección y, durante la ‘década espantosa’, crearon –no de manera literal, pero sí con ese propósito– un sistema equivalente al Ministerio de la Verdad (Miniver) de la novela 1984 de George Orwell. En la terminología de la obra, este Ministerio se encargaba de las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes.

¿El objetivo? Asegurar que toda la información estuviera alineada con la ideología del partido. Por ello, alteraron los textos educativos para construir un relato distinto a la realidad, en el que ellos eran los buenos y nosotros los malos, en el que causas distorsionadas e ideológicas explicaban nuestros males. A través de la educación, indujeron a nuestros hijos a creer que el socialismo del siglo XXI era necesario.

Pero Miniver no se limitó a la educación. También debía controlar las noticias, ya que era fundamental convertir las mentiras en verdades y las verdades en mentiras. Lo hicieron a través de la Ley de Comunicación, el control de medios gubernamentales como Radio Pública, El Telégrafo, El Ciudadano, TC Televisión, Gama TV y CN3, entre otros. Y por si fuera poco, persiguieron y enjuiciaron a la prensa independiente. Si ellos no podían controlar el relato, tampoco permitirían que otros contaran la verdad. Todo se justificaba en nombre del proyecto político totalitario.

Gracias a este control, pudieron montar un circo el 30-S (30 de septiembre de 2010), donde un personaje –hoy prófugo de la justicia– se hizo pasar por secuestrado, a pesar de haber recibido visitas de familiares, amigos, miembros del Gobierno, y dar órdenes todo el día durante un espectáculo que llegó a costar la vida y la libertad de ciudadanos honestos, todo con el fin de sacar provecho político de un reclamo policial.

Por último, Miniver necesitaba sembrar odio y división. Para ello, crearon las sabatinas: espacios donde se reescribía la verdad, se acusaba a inocentes y se confundía a los incautos.

¿Ahora lo entiendes?