Joselo Andrade
Hoy considero necesario explicar las razones que convierten al comercio en una fuente inagotable de prosperidad.
El comercio permite ahorrar recursos que de otra manera jamás serían ahorrados. La magia de esto es que con el dinero ahorrado al comprar productos más baratos, se ‘compra en otros sectores actualmente deprimidos’. Así surge la famosa reactivación económica.
Genera empleo. Los recursos ahorrados en la compra de productos más baratos no solo activan nuevas empresas. Las empresas que se ven beneficiadas gracias a estas ‘nuevas compras’ tienen que contratar a más personas para hacer frente a los ‘nuevos compradores’.
Permite a la gente que menos recursos posee, comprar. Al contar con productos más baratos, ya sea porque simplemente llegan más baratos desde el exterior, o porque producto del aumento de la oferta de determinado bien este termina experimentando precios a la baja. Quien más se beneficia es quien menos tiene. Debería bastar con esto para sostener que aumentar el comercio es la mejor política para reducir la pobreza, pues la pobreza se expresa por la falta de recursos para poder comprar.
Transfiere conocimientos e ideas. Cuando comerciamos no solo contamos con un lápiz, un vaso plástico o audífonos inalámbricos, es decir, con la transferencia de unos bienes que son traídos desde algún lugar diferente de nuestro país. Lo que se transfiere realmente son conocimientos e ideas. Esto explica por qué Aristóteles gustaba tanto de ir a los mercados en los que coincidían personas de todas partes, pues en ellos encontraba “religiones diferentes”, “ideas distintas”, “bienes que no habían sido elaborados en su tierra”, “conocimientos que llegaban de lugares lejanos” y que ahora no tenían que ser “descubiertos” por la población de su país para gozar de ellos. Aquí la clave más importante de la prosperidad.
Puesto que ya no tenemos que ‘inventar o descubrir todo’, nos permite dedicarnos a aquello que hacemos o producimos mejor. El comercio conduce a la especialización y en ello, a ser más competitivos. Es una pena, me gustaría continuar estas líneas pero ya se me terminó el espacio.
Seguimos conversando.