Jorge García Guerrero
El 29 de octubre, El Salvador presentó los resultados de su censo nacional, indicando que su población alcanzó los 6.03 millones de personas, con uno de cada cuatro habitantes residiendo en San Salvador. Reveló además que el 1,2% de la población es indígena, principalmente del pueblo Náhuatl Pipil (43,2%).
Aunque estos datos son los relevantes frente a la ciudadanía y los usuarios, existen otros elementos a destacar, uno de ellos es el entorno de estabilidad política y las condiciones de seguridad en las que se realizó, dos elementos que lo diferencian del censo en Ecuador.
Este censo de derecho, llevado a cabo por más de 13 mil censistas, fue planificado para realizarse en varias semanas mediante entrevistas cara a cara, empleando celulares con conexión en tiempo real. A este operativo, El Salvador lo denomina “el primer censo por internet”, siguiendo la tendencia de la región, que se aleja de la antigua práctica de censos de hecho, realizados en un solo día, con voluntarios y formularios en papel.
El censo ecuatoriano avanzó hace dos años en su proceso de innovación. Además de utilizar tabletas electrónicas para la entrevista, integró el autoempadronamiento en línea y empleó registros administrativos en varias de sus fases. También incluyó temas nuevos, como identidad de género, prácticas ambientales y tenencia de mascotas. Para proteger los datos, implementó protocolos de encriptación, transmisión segura, almacenamiento en nube y codificación automática basada en aprendizaje de máquina, entre otras mejoras.
En resumen, El Salvador acaba de publicar los resultados de un censo exitoso e innovador, realizado en un ambiente seguro y divulgado oportunamente, que incluye cambios en sus métodos e incorpora tecnología, lo cual evidencia, al igual que lo hace el resto de los países en la región, que los censos no son operativos estáticos, sino que requieren de aprendizajes, innovaciones y cambios constantes.