Inteligencia, ¿para qué?

PACO MONCAYO

Para tomar decisiones bien informadas, especialmente en contextos altamente complejos, volátiles, inciertos y ambiguos, como los actuales, los altos dirigentes empresariales, políticos, militares o policiales exitosos requieren estudiar cuidadosamente todos los factores relacionados con la situación para una acertada conducción de sus instituciones, hacia el logro de sus objetivos.

El empresario debe analizar la evolución y proyecciones de la economía global y local, la política, la seguridad jurídica, las fuentes de financiamiento, los avances tecnológicos, proveedores y  competencia, el comportamiento de los mercados interno e internacional, etc.,  antes de decidir, por ejemplo, una inversión importante.

En el campo de la inteligencia militar existe un sistema que abarca todos los niveles: táctico, operativo y estratégico. En contextos de cada vez mayor complejidad, que culminan en el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, los comandantes, apoyados por sus planas y estados mayores, evalúan todos los factores, en los que la inteligencia tiene un rol principal.

En la Policía Nacional, con las particularidades propias de las misiones de seguridad y orden público, los procedimientos son similares. Combatir amenazas como el crimen organizado, los cárteles de la droga, la minería ilegal, la trata de personas, etc., requiere de complejos sistemas de apoyo a la toma de decisiones.

Siendo así, ¿Qué podemos decir de la conducción de la más grande y compleja empresa que es el Estado? Ningún gobierno puede prescindir de una institución de inteligencia nacional, no importa cuál sea su nombre, que actúe según la Constitución y la Ley, rinda cuentas y se encuentre sujeta a controles oficiales y ciudadanos.

En una democracia, la inteligencia es vital, pero no al servicio de intereses particulares, ni como instrumento para perseguir a adversarios políticos, ni para fines que no estén claramente establecidos en la legislación. El mal empleo que se haya hecho de ella en el pasado no debe estigmatizar a una función de tanta importancia, especialmente para la prevención y gestión de las crisis.