Influencia paranoide en la política

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Muchos liderazgos se construyen como respuesta a las tensiones y la falta de respuestas a los compromisos adquiridos, que son mucho más complejos de lo que se promete. La paranoia es un estilo de pensamiento asociado a los trastornos mentales que se caracteriza por dar forma a los delirios autorreferenciales; es un comportamiento que evidencia una tendencia a creer que todo lo que ocurre es causado por un mismo hecho y una verdad que se oculta en circunstancias misteriosas para ocasionar daño a su “yo”.

El creer que alguien está insertando mensajes cifrados en los anuncios de televisión o que la vacuna del covid-19 es para lavarles el cerebro o para seguir su rastro, es un delirio propio de este tipo de estados mentales. El delirio de persecución es típico de la paranoia, quien lo padece examina cada detalle de su entorno para llegar a la conclusión de que hay alguien que sigue sus pasos de manera discreta para lesionarle.

El liderazgo paranoide está centrado en un pensamiento proyectivo, hostil, suspicaz, autorreferencial, con ideas delirantes y miedo a la pérdida de su autonomía, lo que hace difícil el trato con este tipo de personas por sus sentimientos e ideas de grandeza. Se sienten engañadas, fastidiadas y creen que todos están en su contra, las lastiman o atentan contra su vida; recuerdan por mucho tiempo actos de supuesta persecución política que deben ser vengados de alguna manera. La reacción desmedida ante acontecimientos ambiguos hace a estas personas muy desconfiadas. Crichton Miller dice: “para cada uno de los casos de paranoia que hallamos en nuestros hospitales mentales, debe haber cientos, sino miles, que padecen grados menores de sospecha y desconfianza y esa barrera ciega sus ojos a la armonía humana envenenando las fuentes de la vida social”.

Las amenazas y represalias que con frecuencia refieren estos supuestos “líderes”, provoca temor hasta en los miembros de la misma organización a la que pertenecen. El miedo a perder la poca credibilidad y poder que tienen contradice el papel de grandes políticos o filósofos, que dicen tener la fórmula magistral para devolverle al país la felicidad perdida.