Hacia la muerte cruzada

Es ingenuo creer que el gobierno haya enviado un proyecto de ley tan complejo y articulado como el de “creando oportunidades” a la Asamblea sin saber o, por lo menos, sospechar que iba a ser rechazado. Por ende, la voluntad del ejecutivo fue desde un principio que el proyecto fuese rechazado, como efectivamente terminó ocurriendo.

El gobierno quiere ir a la muerte cruzada para tener la facultad de gobernar sin pedir la venia de los asambleístas y hacernos creer a todos que el plan B es recurrir a la consulta popular, cuando en realidad la consulta popular tampoco le conviene; podrían perderla o, por último, ganarla solo parcialmente. Saben muy bien que la supuesta aceptación popular solo consta y se sostiene en el papel de alguna encuestadora “amiga”.

Así, no resultaría atractivo jugarse el todo por el todo en una campaña electoral que solo le permitiría ganar una consulta que vendría a ser solo un parche para un grave obstáculo político, que seguiría amenazando al Ejecutivo, manteniéndolo rehén, ad infinitum, del Legislativo.

Por esto la muerte cruzada es el objetivo final de la Presidencia, que después de acabar con la Asamblea podría prepararse para una campaña electoral que valga la pena, pues le podría hacer ganar Presidencia y mayoría en la Asamblea. Esto lo saben también los asambleístas que hoy le piden al presidente que devuelva la ley con las debidas correcciones o que vaya a consulta; de darse cualquiera de estas dos opciones serían ellos quienes se saldrían con la suya.

Así que los juegos democráticos del país muy pronto se verán exasperados y superados por una realidad muy álgida y polarizada que nos llevará a una República hiperpresidencialista en la cual la voluntad del presidente, sin la asamblea de por medio, será la única que cuente. 

Lástima que en medio de tantos cálculos políticos queden al margen los intereses de la población, que sigue viendo y viviendo el fracaso del Estado, hoy incapaz de enfrentarse a la criminalidad, la crisis carcelaria y los desafíos que suponen mejorar la economía y crear plazas de trabajo. No nos queda sino esperar que la muerte cruzada sea la solución real que necesita el país; caso contrario, debemos prepararnos para pagar un precio altísimo.