La carrera mundial para lograr lo antes posible la emisión neta nula de gases de efecto invernadero (GEI) es también una carrera para hacer realidad una nueva forma de abundancia: de salud pública, de naturaleza en plenitud, de empleos de calidad, de más igualdad y oportunidades.
En un mundo de emisión neta nula, abundancia quiere decir dejar de explotar y desaprovechar recursos finitos, y empezar a valorar la naturaleza que nos sostiene y protege.
A tal fin, el Acuerdo de París sobre el clima (2015) propone limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 °C respecto de los niveles preindustriales. El sector privado, los gobiernos locales, las comunidades y las personas en general tienen claros motivos para actuar conforme a los objetivos de París, incluso si ello implica adelantarse a sus gobiernos nacionales.
Estos esfuerzos apuntan a resolver factores que generan problemas de salud graves y muertes prematuras Y al mismo tiempo promover el crecimiento económico y crear millones de puestos de trabajo.
Una idea que está promoviendo la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios es una coalición voluntaria de países unidos por el compromiso de lograr que la producción de alimentos y el uso de la tierra generen emisión neta nula de GEI de aquí a 2050. La coalición busca lograrlo aumentando la productividad de los pequeños agricultores y ayudándolos a producir alimentos más nutritivos en forma sostenible.
El Acuerdo de París contiene otro elemento no tan comprendido: un llamado a que se fijen planes nacionales para mejorar la capacidad de adaptación al clima, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático. Ambos objetivos (mitigar el cambio climático y prepararnos para sus efectos) son interdependientes.
La generación de resiliencia empieza con soluciones locales adaptadas a las comunidades. Pero las enseñanzas de esos proyectos locales tienen que compartirse con todo el mundo.
En esta carrera a la abundancia, la financiación será crucial; una suma igual a la invertida en mitigación debe destinarse a la adaptación. Esa estrategia permitirá obtener grandes beneficios, igual que la financiación de la generación limpia de energía.
En septiembre, Naciones Unidas celebrará la primera cumbre de la historia sobre sistemas alimentarios. Eso obrará de antecedente a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15). Luego, en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP26) de noviembre en Glasgow, esos nuevos compromisos servirán de base para elaborar planes de acción climática reforzados que estén a la altura de los objetivos del Acuerdo de París.
Las tres cumbres son una oportunidad para que los gobiernos nacionales escuchen al coro de empresas, inversores, ciudades, regiones y ciudadanos que demandan un futuro más saludable y resiliente. En la carrera a la abundancia sostenible ganamos todos.
* Exalcalde de Nueva York, enviado de la ONU para la Acción Climática, en colaboración con Saleemul Huq y Agnes Kalibata.
© Project Syndicate, 2021.