Gobernabilidad

El presidente Guillermo Lasso llegó al poder con el voto del 34% de los ciudadanos, pero fue un gran triunfo frente al correísmo que se creía dueño del país, inclusive con Lenín Moreno impuesto por Rafael Correa.

Se inicia otra etapa con el neoliberalismo que ha sido combatido en el país y en casi toda América Latina. La tarea del flamante presidente será ardua por la crisis económica, social, política y sobre todo moral, y estará marcada por la búsqueda de formas de gobernabilidad y legitimidad, sin llegar a pactos y componendas nauseabundos que mancillen y acaben a la comunidad nacional, que es víctima de amarres y tronchas.

De las ofertas planteadas al pueblo empobrecido, desempleado y frustrado, debe pasar a las acciones que le confieran legitimidad y gobernabilidad. Legitimidad cuando el pueblo apruebe sus actos y gobernabilidad cuando dé los pasos necesarios, para concretar sus ofertas de campaña, cuando encuentre los espacios para obtener la colaboración y comprensión entre diversos actores políticos, organizaciones de la sociedad civil y el conjunto de gobernados.

Es muy difícil alcanzar la gobernabilidad con declarados enemigos políticos, o con carencias de aceptación y legitimación, con una situación política inestable y variable por indefiniciones ideológicas y con actores políticos marcados por la corrupción. No habrá gobernabilidad si, presidente y ministros, aplican las doctrinas neoliberales y comienzan a privatizar el patrimonio del pueblo, si buscan ‘concesionar’ el IESS, o imponen nuevos tributos a las masas desposeídas.

Son de suma importancia las acciones que tome el gobierno. Es indispensable satisfacer las necesidades del pueblo, pues “la gobernabilidad del país no puede depender de grupos a los que el país no les importa”, afirmaba Fernando Savater.