García Moreno: doscientos años

Pocos ecuatorianos merecen como García Moreno el recuerdo agradecido de sus compatriotas y ninguno ha sido tan calumniado por sus enemigos. Es increíble la cantidad de calumnias lanzadas contra él, muchas después de su asesinato, pues el odio no solo iba y va contra su persona, sino contra su proyecto como mandatario. El odio jurado contra él por las sociedades secretas anticatólicas sigue vigente y alimenta los contenidos de la educación de las generaciones jóvenes desde hace más de cien años.

Al recordar, el 24 de diciembre de este año, el bicentenario del nacimiento del “hombre que honra al hombre”, vale la pena señalar algunos de sus méritos como gobernante, pues de sus defectos se encargan con euforia sus enemigos. En el plano educativo desarrolló como nunca la educación primaria y en 1871 la declaró gratuita y obligatoria; creó colegios secundarios para chicos y chicas en las capitales de provincia; organizó “normales” para estudiantes indígenas en colegios femeninos para preparar maestras especializadas; fundó la mejor universidad técnica de Latinoamérica, la Escuela Politécnica Nacional; todo esto respetando siempre el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a su convicciones. Reabrió la Escuela de Cadetes, abrió la de Bellas Artes y el Conservatorio de Música; estableció cursos de Pedagogía y la carrera de Obstetricia en la Universidad. En las comunicaciones provocó una auténtica revolución: la Carretera Nacional, de Otavalo hasta Sibambe, inició la Quito-Bahía, la Cuenca-Naranjal, aptas para el tránsito de diligencias; se lanzó a la construcción del ferrocarril, para unirlo con la carretera nacional. Saneó las finanzas públicas; para ello, eliminó las corruptelas en las aduanas y en las dependencias estatales. Dio un vuelco copernicano a la representatividad democrática al eliminar el voto sujeto a la renta y al establecer la elección de diputados en proporción al número de habitantes de las provincias.

¡Cómo no recordarlo con admiración y gratitud! ¡Cómo no lamentar el silencio sobre su bicentenario!