Fraude petrolero

Nuestra principal riqueza es la biodiversidad, pero el sustento mediato es el petróleo, recurso ambicionado por voraces transnacionales. Sin embargo el gobierno pretende diluir la riqueza bajo modelos de contratos que el país experimentó en desdichadas épocas de gobiernos neoliberales opacos y enriquecieron apenas a la secta y a los consorcios extranjeros.

El presidente parece tener información deficiente al decir que  duplicará la producción petrolera a un millón de barriles diarios, un absurdo que no ocurrirá así destrocen los campos petroleros existentes. Desarrollar nuevos yacimientos supondría una decena de años con el correspondiente impacto ambiental. Buitres al acecho dicen que la empresa privada  resolverá todo. Es técnica y económicamente imposible, aun si los precios se mantienen altos. Si el sector requiere ajustes hay que hacerlo bien.

El modelo de “participación” que se practicó en tiempos de precios bajos nunca dio buenos resultados. Además de evadir obligaciones fiscales, los costos de producción pasaron de uno a diez, favoreciendo brutalmente a los oligopolios. En caso de retomarlos, además dada la corrupción, estos le dejarán solo retazos al Estado.

La gasolina está ya a $3,35 y $2,20 el galón, igual que en USA. El gobierno, independientemente de sus creencias, debe consultar a expertos de verdad, sin las luces de la prensa interesada o “exfuncionarios” que pasaron por ese ministerio sin conocimiento ni trascendencia.

Enriquecer a pocos y agitar el contexto social no es buena decisión. La petrolera ecuatoriana tiene técnicos valiosos y honestos con experiencia en todas las áreas. La idea de capital privado a través de acciones es interesante pero riesgosa, porque el país puede perder el control de su riqueza. Hay errores que son irreparables y pueden hundir todo. La honestidad es coherencia entre verdad y acción, no un juego de intereses y poder.