Zonas de tinieblas

Franklin Barriga López

En uno de los más tenebrosos círculos del inframundo, Dante Alighieri colocó a los embusteros, en su obra inmortal considerada por Giovanni Bocaccio como divina y, por Jorge Luis Borges, como el mejor libro que ha producido la literatura en todos los tiempos.

El autor italiano, que hizo tan ilustrativa creación, que data del siglo XIV de nuestra era, fue expulsado de su tierra natal para que no siga condenando el poder y la corrupción de los pontífices y otros personajes, bajo la amenaza de que si regresaba sería decapitado o quemado por la Inquisición (ahora Florencia, entre tardíos golpes de pecho, se enorgullece de este clásico, por ello en la catedral ha levantado un cenotafio en su honor y, frente a ese templo, en la mitad de la plaza principal, un soberbio monumento. Los restos del gran escritor reposan en Ravenna, ciudad donde Dante Alighieri residió los últimos años y que, para legítima gloria suya, supo brindarle, en vida, valoración y hospitalidad).

En la Divina Comedia, los deshonestos en el desempeño público descienden al octavo círculo, en pleno infierno, por cuanto atentan a la correcta marcha de las comunidades, con sus conductas que van en desmedro de la recta gobernanza. Este castigo moral responde a los “pecados” graves que han perpetrado quienes mal han procedido, por su ineptitud o corrupción, en contra de la sociedad, que les brindó confianza. Por toda la eternidad, ellos son custodiados por Gerión, que representa a los defraudadores, con cara de bondad pero con cuerpo de serpiente.

Si Dante conocía a los políticos y politiqueros ecuatorianos, más aún enterado de las patrañas o incompetencias que dieron como resultado la agobiante crisis que azota a nuestro país no solo en el área de energía eléctrica, seguramente y de inmediato a casi todos les hubiera puesto en las anotadas zonas donde imperan las tinieblas.