Valor de la libertad

Franklin Barriga López

Gran avance de la civilización fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas, en París, el 10 de diciembre de 1948, en donde, por su valor imponderable, la libertad es el eje central.

El organismo internacional, catalogó a este documento como ideal común para todos los pueblos y naciones. En el Art. 3, reconoce que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Como lo demuestran el pasado y el presente en todo el orbe, los pueblos que no pierden la libertad son los que van a la vanguardia del desarrollo y el bienestar.

La ONU puntualizó que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de los miembros de la familia humana, resaltando que lo esencial de los derechos humanos es que sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no acuda al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.

Esto último tiene especial significado y es lo que debe emplearse, para defenestrar a los regímenes absolutistas que lo único que buscan es perpetuarse en el poder, valiéndose de todo tipo de artimañas, sobre todo de las estructuras que crean para su servicio: a las Fuerzas Armadas las corrompen, volviéndolas pretorianas, lo que quiere decir incondicionales, a cambio de enormes prebendas que proporcionan a sus integrantes. Cuba, con 66 años de autocracia, es la muestra indiscutible de lo anotado, a la que imitan los regímenes que sojuzgan a Venezuela y Nicaragua.

Estas reflexiones las hago con ocasión del Día de la Libertad (23 de enero) que prácticamente pasó desapercibido en nuestro medio y que recuerda la caída –que hoy debe ser imitada– de un dictador venezolano producida por la alianza civil militar que, en 1993, se hizo en la patria de Simón Bolívar.