Modelo de innovación

Franklin Barriga López

Ubicada en un valle, a los 1500 metros s.n.m., lo que determina temperatura promedio de 23 grados centígrados todo el año, con la cercana cordillera de los Andes y magnífica vegetación, se levanta la segunda ciudad más importante de Colombia.

La capital de Antioquia se recuperó ejemplarmente, después de atravesar tiempos que hicieron que se le considere, en los años 80 y a principios de la siguiente década del siglo anterior, como una de las urbes más peligrosas del planeta, debido a la proliferación de homicidios, agravados por imperante narcoterrorismo. En esa época de infamia, se asesinó a Guillermo Cano Isaza, paladín del periodismo, director de Diario El Espectador, entre otros personajes de renombre.

Cuando vivía el tristemente célebre Pablo Escobar Gaviria, cabecilla del sanguinario y poderoso Cártel que llegó a desafiar al propio Estado colombiano y que tuvo su centro de operaciones en Medellín, esta pintoresca urbe se debatía en marcado desprestigio, por el virulento predominio de quien fue capo de capos de la cocaína. Cuando las fuerzas del orden dieron de baja a este sujeto cuando fugaba por los tejados, el 2 de diciembre de 1993, comenzó el cambio digno de ser resaltado.

Hoy, “la ciudad de la eterna primavera”, sobresale por su renacimiento debido a la sistemática superación de los factores adversos que le asediaban, lo cual le atrajo inversiones del país y el exterior, así como numerosos visitantes, llegando a superar en número, en materia de turismo, a la propia Cartagena de Indias.

 La Fiesta del Libro y la Cultura, que anualmente y con nombradía se lleva a cabo en Medellín, concluyó, exitosamente, hace pocos días. Medellín, por esta y otras realizaciones notables, se ha hecho merecedora a reconocimientos por demás significativos, como ser declarada Modelo de Innovación o como aquel –mejorar calidad de vida con sentido humano- que le concedió la Universidad de Harvard.