Franklin Barriga López
Desde que Thomas Alva Edison proporcionó gran aporte a la humanidad (1879), mediante la luz eléctrica y el suministro público de electricidad, el mundo dio un formidable paso hacia adelante.
Esa energía se convirtió en sinónimo de progreso y, con mayor razón en el tiempo contemporáneo, donde prácticamente sería imposible estar al margen de tan esencial servicio, para el desarrollo individual y colectivo, especialmente para el adelanto económico, el bienestar, la civilización en general. A esta altura del siglo XXI, se vuelve imprescindible el uso de esta energía para la reducción de la pobreza y la construcción de los Objetivos del Milenio, ONU.
Un contrasentido, por decir lo menos, no haber tenido las previsiones correspondientes, el mantenimiento o construcción de plantas de luz con visión de futuro, utilizar otras fuentes de energía y no solamente el agua, para que el sustancial sistema funcione sin mayor menoscabo en tiempos de sequía.
No han faltado justificaciones que, en este país, junto a la corrupción, son comunes entre la mayoría de dirigentes y más demagogos que, en vez de buscar la solución a los problemas con la responsabilidad que están obligados, se van por la tangente: por ello, sin el menor fundamento técnico, se ha declarado “estamos en manos de Diosito”.
James Mooney, antropólogo norteamericano (1861-1921), siendo blanco fue permitido por los cherokees vivir entre ellos, a comienzos de la centuria anterior. Resultado de ello, quedaron varios estudios por los cuales se conoce la cosmovisión de estos indígenas. La Danza de la Lluvia es una de las prácticas para atraer agua y alejar a los malos espíritus.
Ante estas informaciones, no es de extrañarse que algún ocurrido plantee, como remedio a la crisis energética, invitar a un chamán de esa etnia para que practique su ritual en Ecuador.