Franklin Barriga López
En el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Unesco y la Organización Mundial del Turismo, en diciembre 2017 llevaron a cabo, en Mascate, capital de la Sultanía de Omán, Oriente Medio, una conferencia mundial sobre turismo y cultura.
En este evento, se resaltó la importancia del turismo y la cultura, que no pueden estar separados, por cuanto, como expuso el delegado del mencionado organismo de la ONU, Francesco Bandarin: “El turismo es un recurso clave para las comunidades locales y para la conservación del patrimonio. El patrimonio, material e inmaterial, es crucial, para brindar estabilidad social e identidad. Vincular la cultura y el turismo en el proceso del desarrollo sostenible resulta vital”.
En esta área de tanta trascendencia, los museos constituyen claves, por ser depositarios de los bienes patrimoniales y lugares orientados a la enseñanza y concienciación del pretérito con visión de presente y de futuro, fundamentos y muestras objetivas de identidad y prestigio, además de generar recursos económicos cuando son numerosos los visitantes.
Como indicadores de sólida información, se vuelve necesario recordar que el Museo del Louvre, en París, supera los diez millones de visitantes al año; los Vaticanos los siete millones, el Metropolitano de Arte, en Nueva York, 5,36 millones; el del Prado, en Madrid, y el British Museum, en Londres, se ubican en esta misma línea de atracción, lo que conlleva el ingreso de ingentes cantidades de divisas.
En nuestro medio, se ha hecho el traspaso al Ministerio de Cultura y Patrimonio de un amplio terreno, ubicado en lugar estratégico de Quito (esquina de la Av. Eloy Alfaro y República), que se ha destinado a la construcción de un edificio de 30 mil metros, para que sea reubicado el Museo Nacional del Ecuador. Patriótica y acertada realización que, por su esencia y utilidad, aplaudimos.