Facilito

Matías Dávila

Hace tiempo tuve una conversación profunda con mi hijo — que entonces tenía 16 años—. Estaba preocupado por la explotación del petróleo. Creía que ya era hora de migrar a un formato más limpio, más aun cuando existe desde hace tiempo la tecnología para hacerlo (recomiendo un documental sobre el automóvil eléctrico, aquel que fue boicoteado). Le dije a mi hijo que con el petróleo no solo se producía combustible, sino también plástico. Me dijo que entonces había que dejar de consumir plásticos. Le felicité, le dije que me parecía una excelente idea. Le propuse que empezara él. Su colección de Legos, por ejemplo. Tenía la afición por comprar más y más. Cuando vio que sus acciones, y no las del resto, eran necesarias para frenar la producción, bajó la cabeza y hasta ahí llegó la conversación. Si bien en ese momento no pasó mucho, luego de algunas semanas me informó que había tomado la decisión de no volver a comprar juguetes plásticos.

Hablé la semana pasada con mi hija, que está viendo en clase los derechos de los niños. Cree que los adultos deberíamos permitir que los niños jueguen y no hacerles trabajar. Le pregunté: “¿Y tú qué podrías hacer para que se garanticen esos derechos?”. “Nada” —dijo—, “no soy adulta”. “¿Qué pasaría si te digo que muchas de las cosas que consumes, de empresas grandes y bonitas, manufacturan en países donde explotan laboralmente a los niños?”, le pregunté. Le di un par de marcas. “¿Vas a dejar de consumirlos?”. Hasta ahí llegó la conversación. Espero que en un par de semanas pase algo.

Antes de “colgar” sugiero que mires dos documentales: el uno es el ‘Zeitgeist’ y el otro es ‘Before the Flood’.

¿Qué te jode? ¿El hambre? ¿La pobreza? ¿La guerra? ¿La política? ¿Qué? Pues bien: tienes en tus manos la posibilidad de empezar a cambiarlo, incomodándote. ¿Estás dispuesto? Finalizo tarareando la canción ‘Caravana en Harapos’ de Silvio Rodríguez. ¿Progre? Sí. Tal vez.