¿Encuentro?

Matías Dávila

El ‘Gobierno del encuentro’ no se encuentra con la gente con la que debería encontrarse.

Hace cuánto tiempo no va usted a Esmeraldas, a Cotopaxi, a Cañar. Hace cuánto tiempo no visita parroquias rurales y hace una pausa a su diversión, para ver cómo vive la gente. Personas que han normalizado y hasta romantizado la pobreza, la falta de obra pública, el robo, el acomode.

Tengo un gran amigo que dice que en este país hay dos ciudades, solo dos. La una se llama “Quito guión del medio Guayaquil” y la otra se llama “el resto”. Nada más cierto.

Los analistas, los escritores, los políticos, los líderes de opinión vemos al Gobierno desde esta gran ‘Quito – Guayaquil’. Evaluamos el éxito de Guillermo (en tablas de Excel) mientras nos tomamos un capuchino con leche deslactosada y ‘shugar fri’. Otra cosa es escribir desde Licán, desde Las Naves, desde Tosagua o desde Limón Indanza.

A un año y tres meses de la posesión de Lasso creemos haberlo escuchado todo: “la culpa es de Correa” (que ya es un clásico, bastante mediocre, pero clásico al fin), “los estragos de la pandemia” (que para la inoperancia del Gobierno es una bendición), y su más desatinada perla, “estábamos poniendo la casa en orden”.

Nos tienen convencidos de que el ecuatoriano es recursivo y que sale de estas y de peores. Nos muestran cuadros estadísticos del ranking que ocupamos en emprendimientos en América Latina.

Por eso uno va a la playa y se encuentra con abuelas que poco o nada saben de quiropraxia, prestas a dar masajes que quitan el estrés, para ganarse un desayuno para sus nietos. ¡Me pasó! Hablé con una de ellas y le pregunté: “¿Y el papá de los niños?” “Está preso por robarse un celular,” me dijo. “Tengo miedo de que me lo vayan a matar allá adentro, con tanta cosa que se oye. Mis otros hijos se fueron a Guayaquil. Ellos venden fruta en la calle, me dejaron a los nietos… por ellos es que lucho”.

El Gobierno del encuentro… ja ja ja. ¿Encuentro entre quienes? Con ellos, por lo menos, no.