Encendamos nuevamente la luz de América

Pablo Granja

El Arzobispo González Suárez narra que la actual provincia de Pichincha fue habitada originalmente por los Quitúes o Quitos, conquistados luego por los Caras – cuyo líder o señor llevaba el título de ‘Scyri’.  Cuando el inca Huayna Cápac dividió el Tahuantinsuyo entre sus dos hijos, Atahualpa ya se había casado con la princesa shyri Pacha, convirtiendo a Quito en la ciudad desde donde ejerció su efímero Poder. Vencida la resistencia a cargo del leal y valiente general Rumiñahui se inicia la Colonia, durante la cual los españoles encontraron que los indígenas poseían grandes talentos en el campo artístico, creando lo que se llamó la Escuela Quiteña. Desde Quito, cuya fundación española tuvo lugar el 6 de diciembre de 1534 al mando de Sebastián de Benalcázar, también salió la expedición que culminó con una de las grandes epopeyas de la Historia, como fue el llamado “descubrimiento” del Río Amazonas.  Esta unión de culturas y razas, es lo que la ha convertido en crisol de la nacionalidad, acertadamente expresada en la tercera estrofa del himno, compuesto en 1944 por Bernardino Echeverría y música de Agustín de Askúnaga, que alguna vez la bobería populista quiso eliminar:

“Oh ciudad española en el Ande, / oh ciudad que el incario soñó; / porque te hizo Atahualpa eres grande / y también porque España te amó”.

Aunque esta estrofa no se canta, merece ser recordada:

“Y quién pudiera contar conquistas, / oh, leal y muy Noble Ciudad, / eres cuna de héroes y artistas, / y una antorcha de luz y verdad”.

Como consecuencia de la inconformidad con la administración española surgió el pensamiento y acciones libertarios, que se expandió en todo el Continente; no en vano fue llamada ‘Quito Luz de América’, inscrita en un faro de Valparaíso, en homenaje a los héroes del 2 de agosto de 1809, luego de que el cura Camilo Henríquez narrara la gesta de los patriotas inmolados en un drama que tituló ‘La Patriota Sudamericana’.

“Cuando América toda dormía, / oh muy Noble Ciudad, fuiste Tú, / la que en nueva y triunfal rebeldía, / fue de toda la América luz.

 Aunque el tiempo veloz siempre rueda, / y se esfuma en su noche el ayer, / siempre intacta tu gloria se queda, / y es la misma en los siglos tu fe”.

Y el tiempo siguió marcando su gloria: en 1978, Quito fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

En febrero próximo, tendremos la oportunidad de elegir alcalde y concejales: en honor a nuestra tradición ancestral – la indígena y la mestiza – no permitamos que la ciudad caiga en manos de quienes no la han defendido, o les mueve la vanidad; ni de quienes – con glosas y con grilletes –  son la cara del cinismo y la hipocresía, y la clara presunción de corrupción. ¡Tenemos una opción! Y ante la debilidad moral de los partidos políticos sumémonos, todos – gremios profesionales, asociaciones de obreros y empresarios, ciudadanía en general –  a la iniciativa de la Sociedad de Ingenieros del Ecuador, presidida por el Ing. Oswaldo García, para exigir que quienes aspiran a dirigir nuestro destino ciudadano suscriban un Pacto Ético contra la corrupción. Votemos por quien represente la recuperación de la dignidad agraviada, por quien tenga la entereza de enfrentar a quienes vienen a destruirla, para que, como dice Oswaldo, ¡encendamos nuevamente la luz de América!

Pablo Granja
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