Emilio Palacio
Le tengo una buena noticia, señor Presidente. El intento de algunos “anticorreístas” de convencernos de que usted firmó un acuerdo secreto con Correa se está desinflando. Todavía hay algunos despistados en las redes sociales que repiten el cuento, pero los políticos y periodistas más influyentes se volvieron más cautelosos.
Lo mismo pasó con Guillermo Lasso. También lo acusaron de pactar con Correa hasta que el pueblo entendió que esos supuestos “anticorreístas” le estaban haciendo el juego a las mafias golpistas y les pararon el carro.
Todo esto me recuerda la triste suerte de los patriotas quiteños del 10 de agosto de 1809. A ellos también los acusaron de pactar con Fernando VII. Los más despistados llegaron incluso a pintar en las paredes “Último día del despotismo y primero de lo mismo”. Un año después las tropas españolas leales a Fernando VII asesinaron a los patriotas y le dispararon al pueblo, con lo cual se derrumbó el mito de que los quiteños habían pactado con la Corona.
Lo que no quisieron ver los “antimonárquicos” radicales de entonces (y los “anticorreístas” radicales de ahora), es que la democracia nunca nace completamente formada, como la diosa griega Minerva, que salió de la cabeza de su papá armada hasta los dientes. A la democracia se la conquista palmo a palmo, ganando unas batallas y perdiendo otras, y los que asumen el poder después de un triunfo de la libertad no siempre son los mejores, ni los más sinceros.
La reciente designación de un avivato como presidente del Consejo de la Judicatura, por ejemplo, fue un retroceso, pero ni de lejos significa que el correísmo ya se apoderó de nuevo de la Justicia. La fuga de Correa y la prisión de Glass serán recordadas por los historiadores incluso mucho después de que la memoria del sabido que se encaramó en el Consejo de la Judicatura se haya perdido en la neblina del olvido.
Por supuesto que usted no es la tolerancia andando sino todo lo contrario, pero eso el pueblo lo sabe, y se mantendrá vigilante para que nadie nos arrebate lo que hemos ganado.
Lamentablemente también le tengo una mala noticia: la campaña de los “anticorreístas” (más algunos errores importantes que usted cometió y sigue cometiendo), avivaron las esperanzas de Correa, que ha redoblado los ataques de desprestigio en su contra, mientras busca un acuerdo con Leonidas Iza, para que sus tropas (no realistas sino terroristas) aplasten lo que hasta ahora se consiguió.
Esos esfuerzos serán inútiles, pero más vale no confiarse, y por eso al mismo tiempo que lo felicito por haber acorralado al pillo de siete suelas que funge como alcalde de Guayaquil, debo criticarlo por sacar a la vicepresidenta de Israel para mandarla a Turquía, con lo cual le está dando un nuevo pretexto a Correa para que lo denuncie a usted como un déspota intolerante.