Emilio Palacio
Mientras escribo estas líneas escucho las notas de una canción que el viento me trae de muy lejos y que me habla de ‘Los caminos de la Vida’:
Viejita linda, tienes que entenderme, / no te preocupes, todo va a cambiar… / A veces lloro al sentirme impotente, / son tantas las cosas que te quiero dar, / y voy a luchar incansablemente / porque no mereces sufrir más /
Y entonces caigo en cuenta que esa canción me habla de la tristeza de nuestra Madre, la Patria, aquejada por una enfermedad terrible; y me recuerda también lo que dicen los doctores, que si no tomamos una decisión urgente habrá que esperar un desenlace fatal.
Nuestra viejita linda, la Patria, no nos exige nada. Ella sabe que su destino depende de nosotros, pero no nos pide nada; porque lo que le importa no es su suerte sino la tuya, y la mía, y la de todos sus hijos; y por eso no nos reclama nada, porque entiende que con nuestra indiferencia podemos matarla, pero también nos mataremos a nosotros mismos.
Así pues, tú y yo, que venimos del mismo vientre sagrado, sacudamos la modorra y vayamos a votar. No puedo decirte si hoy lloverá o nos iluminará un sol radiante. Tampoco conozco si algún asunto urgente requiere tu atención. Lo único que sé es que los caminos de la vida son muy difíciles y lo seguirán siendo mañana, pero que hoy, con nuestro voto, podemos devolverle la sonrisa a nuestra Madre Patria, que con tanto dolor nos parió, y que con tanto esfuerzo nos entregó lo poco o lo mucho que hoy somos y tenemos.
Hoy yo debía escribirle al Presidente, como todos los domingos, pero quise hacer una excepción, porque en un momento tan difícil mi deber era escribirle a mis hermanos de Madre, para rogarles, para ordenarles, o para suplicarles si prefieren, que vayan a buscar esa medicina que nuestra viejita linda espera.
Y no necesito decirte cómo se llama ese remedio que no calmará todos sus dolores pero que prolongará su vida, porque tú sabes muy bien con qué nombre debes buscarla en la papeleta que te entregarán.