Embargados por la solidaridad

Parece que el correísmo  no solo da manotazos de ahogado, sino, lo grave, que da instrucciones. La declaración de la Cancillería sobre Cuba coincide con la que tuvo Correa en lo que respecta a política internacional y con la silente, timorata y romántica izquierda que se niega a ver la realidad cubana. Mas hoy el pueblo cubano se ha percatado que vive una dictadura y, por las redes sociales, también el mundo. Ventajosamente la Política Internacional del Ecuador  es política de  Estado y su jefe y única voz autorizada es el Presidente de la República. Cuba no puede esconder su ausencia de democracia, su malestar social y el reclamo del pueblo por su situación de miseria y falta de libertades.

Los organismos internacionales han verificado la represión gubernamental por las últimas manifestaciones populares en toda Cuba. Para ello, el gobierno de Diaz-Canel utiliza una Ley de Seguridad Social, que es predelictiva, primero sanciona y luego juzga. Ergo: no hay derechos humanos, por lo que tanto claman las izquierdas fanáticas.

En Cuba no hay separación de poderes, luego no es una democracia. Es una dictadura militar, al igual que en Venezuela y Nicaragua. Seguramente los socialistas utópicos ya aman a los que denominaban “gorilas”. Se ha acallado a las redes sociales, se ha restringido el Internet. Tiene como buen país totalitario los denominados “Grupos de Respuesta Rápida”, al estilo de las “Brigadas Bolivarianas” en Venezuela.

Atribuyen su descalabro  económico  al embargo comercial (E.U. vende a Cuba todo lo que necesita, pero exige el pago al contado), política de los Estados Unidos rechazada internacionalmente, que no ha dado resultado positivo, pues su fin era que Cuba retornase al  sistema democrático de derechos humanos.

El  desastre cubano estriba en los errores de la política económica del régimen, un sistema  utilizado en la ex Unión Soviética y países satélites que fue un fracaso. Hasta ahora, no salen de aquel experimento marxista leninista. En Cuba solo queda la narrativa oficial, que llama “bloqueo”, y que se ha mantenido a base de mentiras  durante sesenta años.