Elvis: corto reinado, eterno legado

Las “biopic” se han convertido en mi género cinematográfico preferido. Más aún cuando son retratos bien logrados de alguna legendaria estrella de la música. Soy nostálgica. Y también soy de esas que creen que la verdadera música murió cuando el flow y el reguetón se convirtieron en los mayores éxitos a nivel mundial.

Por eso, me regresa la esperanza cuando Hollywood hace lo propio y pone en la pantalla grande películas taquilleras como ‘Bohemian Rhapsody’, ‘Rocketman’ o ‘Elvis’. Bajo el efecto de las tendencias, esos repertorios de antaño vuelven a sonar en dispositivos modernos y se colan entre las nuevas generaciones. Porque, me atrevo a asegurar, que quienes ya fueron al cine a ver ‘Elvis’, salieron directamente a reproducir sus canciones en Youtube o Spotify. Y no será de sorprenderse que en pocas semanas se pongan de moda las chaquetas de cuero, los peinados engominados y que en las fiestas de quince años los chicos vibren al ritmo de ‘Hound Dog’. Porque, definitivamente, pocos escapan del marketing hollywoodense.

Precisamente ese es uno de los mensajes más potentes de la película, la manera en que el propio Elvis Presley fue tratado por el coronel Tom Parker como un producto para enriquecerse. El representante nunca veló por los intereses musicales del cantante, sino por sus propios compromisos por las marcas y personas que lo patrocinaban.

Con un ritmo vertiginoso, en una propuesta tipo collage de imágenes, y con escenas sugerentes, la película pasa revista a la vida de la estrella del rock siempre desde la mirada de Tom Parker. Son alrededor de 160 minutos que provocan movimientos involuntarios entre los espectadores y que hasta puede sacar una que otra lágrima. La reproducción de los últimos conciertos que dio el propio Elvis Presley en Las Vegas es rigurosa, quienes han visto esas imágenes no tardarán en emocionarse por la prolija evocación del pasado.

Si bien, el largometraje deja ciertos vacíos sobre los años de Elvis en Alemania o su paso por Hollywood (que fue su catapulta a la fama mundial), deja ver con absoluta coherencia la influencia que recibió de ritmos como el gospel y el blues; asimismo, su fenomenal capacidad para conectar con el público, especialmente con el femenino. Muestra también su faceta de activismo social y político, su absoluto rechazo al racismo sureño y su ímpetu por cantar por pura satisfacción personal. Elvis vivía por y para la música. En sus horas fuera del escenario se convertía en una suerte de fantasma, atormentado por la paranoia.

Su carrera musical pudo ser más extensa. Su influencia mayor. Su estabilidad emocional pudo controlarse. Lastimosamente fue tratado como un souvenir de moda. Lo cierto es que a pesar de que su reinado fue corto, su legado será eterno. ¡No dejen de ver la película ni de menear la cadera cuando lo hagan!