El que se enoja pierde

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Los errores y aciertos humanos marcan el rumbo de todas las naciones en el mundo. Las reacciones personales no controladas desencadenan la ira y ocasionan conflictos, de los más variados intereses. Todos pensamos de diferente manera y es precisamente esa diversidad de pensamientos lo que nos hace únicos y que actuemos de distinta forma. Toda relación tiene críticas, desconciertos, errores y traiciones, por lo que debemos estar preparados para responder con madurez y eficacia.

El saber responder con la razón, moderación y cordura, aunque por dentro no se esté seguro, hará que la gente demuestre confianza y tranquilidad; saber conservar la calma transmite seguridad. Muchos líderes con muchas responsabilidades, a pesar de los conflictos permanentes de sus cargos, saben actuar con una postura erguida porque saben controlar sus emociones. No es cuestión de enfrentarse, desafiar, poner condiciones o eternizarse de dirigentes toda la vida, exigiendo cambios inmediatos, cuando nunca antes cumplieron con sus promesas, fallaron y engañaron.

Siempre existirá gente necia. La pobreza no solo es económica, también lo es cuando no se tiene razón, prudencia, discreción o inteligencia, lo que les obliga actuar de manera necia. El tiempo es muy valioso y nuestra energía también, como para malgastarlo en discusiones bizantinas que no producen ningún provecho y, por el contrario, terminan en caprichos, temores o regaños que ahondan los problemas sin lugar a rectificaciones o acuerdos en beneficio de la comunidad.

No es más inteligente quien sabe responder las preguntas apropiadas, lo es quien sabe hacer las preguntas correctas; quien sabe preguntar lleva la batuta y dirige; si las personas son belicosas no es necesario confrontarlas con afirmaciones ciertas y veraces porque incrementan su agresividad. Es mejor formular propuestas que abran su conciencia y les permita razonar. Si se juntan varias personas con intereses particulares o específicos, para desestabilizar un gobierno que no es de su agrado, no hay que ceder a sus presiones claramente delatadas en sus discursos y actuaciones fuera de la ley y la Constitución. El reto es seguir adelante sin enojarse.