El principal enemigo del poder

Fabián Cueva Jiménez 

Por la inercia oficial de más de 3 gobiernos consecutivos, en mi último artículo señalé como algo negativo la “disminución de hábitos lectores”, tema que ahora relaciono con otro de hace más de 5 años— ‘Los ladrones también roban libros’—, reflejos de una preocupación: “Sin lectura no hay educación posible”.

Datos publicados en 2022, INEC y OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación y la Cultura) dan cuenta de la ineficiencia de políticas públicas y proyectos fallidos. Cada vez dicen, niños y jóvenes ecuatorianos leen menos: el 76,7 % no han alcanzado ni un libro completo al año; además, los pocos que leen han cambiado de formato: 57 % en pantallas y dispositivos y 37 % en impresos, lo que implica que aunque con la tecnología se puede leer en cualquier lugar y tiempo, la falta de estrategias pedagógicas no permite que la misma sea una aliada de la lectura.

En medio de panorama tan negativo, hay que buscar alternativas para mejorar. Iniciar reiterando la importancia de la lectura:  construcción de nuevos conocimientos, desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje, conciencia mayor del medio y del mundo, desarrollo de la imaginación y la creatividad, mayor capacidad de concentración y abstracción, y más.

Y si aún reconociendo la trascendencia de la lectura no hay estímulos institucionales, debemos buscar en nosotros mismos —abuelos, padres, maestros— a los mediadores que transmitan el sentido de complacencia al leer, para dar razón a José Luis Borges: “Hablar de lectura obligatoria es hablar de felicidad obligatoria”.

Una inteligente bibliotecaria nos dijo: “los libros están dormidos, ¿cómo despertarlos?” Diríamos también con ejercicios de reciprocidad lectora en experiencias propias. Nietas a quienes inculqué la lectura me obsequiaron ‘El hombre en busca de sentido’ de Viktor Frankl, preso en Auschwitz, cuya lectura me dejó el valor de la libertad, lo detestable del autoritarismo y el deducir por qué creen que la lectura es el principal enemigo del poder.