El poder de la virtualidad

El desarrollo tecnológico nos mantiene en un debate dual. Por un lado, nos vemos amenazados por la enajenación, la adicción y la desvinculación con la realidad que nos rodea. Pero, por otro lado, gracias a la tecnología también se rompen brechas que antes eran inalcanzables. Por esta vez, quiero concentrarme en ese poder, casi mágico, que genera la posibilidad de comunicarse con personas que están en otros países distintos al nuestro.

Cuando comenzó la pandemia y abrí mi cuenta de Instagram @booksbylolita una tocaya comenzó a seguirme y comentar mis posteos. Inmediatamente identifiqué su pasión lectora y su amplio conocimiento sobre distintos subgéneros y autores. Del comentario en el post pasamos al mensaje directo, luego nos pusimos en contacto por WhatsApp. Supe que era de Argentina, que vivía en Guatemala y que hasta 2019 había residido en Quito. Cuando convoqué a una lectura conjunta y ella participó. Por primera vez nos vimos las caras a través del Zoom. El clic fue instantáneo.

Casi dos años después, Lorena W. se ha convertido en una de mis amigas cercanas. Hemos creado un club de lectura de libros en inglés; en el mundo virtual nos conocen como “Las Lores”. Gracias a nuestro vínculo hemos contagiado a varias mujeres, de distintos países, del bichito de la lectura.

Hace poco estuvo de viaje por Quito. Su visita fue el pretexto perfecto para reunirnos con otras lectoras ecuatorianas. Era la primera vez que todas nos veíamos en persona. La charla nos fluyó como si fuésemos amigas de toda la vida. Compartimos anécdotas que fueron más allá de los libros leídos. Y por eso escribo estas líneas, porque la virtualidad tiene un poder excepcional, que bien aprovechado genera vínculos estrechos y fuertes. Me siento agradecida de saber que el confinamiento por la pandemia tuvo consecuencias positivas.

Espero que con mis palabras se motiven a buscar, escribir, llamar a esas personas que aparentemente están lejos, pero que, con solo un clic pueden estar muy cerca.