El PIB ya no es el único objetivo

Por más de 70 años, el PIB ha sido la medición del desempeño de un país por excelencia. El PIB se concibió en un momento en el que la recuperación económica era el principal objetivo de la comunidad internacional, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Se ha convertido en una guía principal para evaluar distintas políticas públicas e, incluso, para evaluar el éxito o el fracaso de los gobiernos.

Hoy nos enfrentamos a un escenario similar al que existía cuando el PIB fue inicialmente implementado. La recuperación económica se ha definido como la tarea más urgente de los países luego de la vacunación y muchos sostienen la importancia de esta como pilar fundamental para la recuperación. En esta coyuntura, es de esperar que los esfuerzos de los gobiernos, tras la vacunación, estén focalizados en el crecimiento del PIB.

No obstante, a diferencia de lo que sucedía en el escenario de posguerra, hoy se entiende que los problemas de desarrollo son más amplios que el crecimiento económico y que el PIB, además de tener sus propias limitaciones en la medición de las economías nacionales, no es una estadística que pueda reflejar el desarrollo social ni el bienestar de un país.

 La pandemia no sólo ha afectado la economía, sino que ha sido disruptiva para todo el tejido social y la recuperación económica es una respuesta insuficiente para aminorar los retrocesos existentes en educación, salud, igualdad de género, protección social, atención a grupos prioritarios, seguridad.

Los retos son amplios y por tanto el PIB ya no es el único objetivo. El cambio de paradigma es necesario para actuar con una visión integral y exhaustiva sobre lo que el país necesita, añadiendo indicadores que permitan replantear las metas y lograr una verdadera recuperación que no deje a nadie atrás.