El narcotráfico

“Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”, dijo Simón Bolívar en 1829. En 1845, el periodista John L. Sullivan, en una de sus ocurrencias, expresó que Estados Unidos debía cumplir con el “destino manifiesto” que le había confiado Dios para someter a todos los pueblos de la tierra, “para civilizarlos”. El “destino” de Estados Unidos está en dominar a los pueblos con diversos pretextos, y en la actualidad utiliza el narcotráfico.

En 1823, se proclamó la doctrina Monroe para proteger a las repúblicas latinoamericanas de una posible intervención europea. En 1904 durante la presidencia de Roosevelt, Estados Unidos, según él, era el “policía de la región”, con lo que pretendía sustentar la dominación imperial. Estados Unidos se otorgó la potestad de intervenir en Latinoamérica y el Caribe en caso de considerar que la “democracia, libertades y derechos humanos” estaban en peligro.

Nixon inauguró la guerra contra el narcotráfico, pero en febrero de 2018, en el gobierno de Trump, el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, aseguró que la doctrina Monroe «es tan relevante hoy como el día en que fue escrita». Se reinauguró el poder de injerencia para combatir el narcotráfico.

Colombia es el principal productor de cocaína en el mundo y Estados Unidos es el primer consumidor, pero la guerra contra el narcotráfico perdió Estados Unidos y hoy se produce más coca que antes.

El Ecuador ha permitido que aviones de Estados Unidos utilicen Galápagos, el “portaaviones natural”, para combatir el narcotráfico; pero el narcotráfico se incrementa y el país se ha sometido, otra vez, a las disposiciones de la Casa Blanca, Comando Sur, DEA y CIA, desde el gobierno de L. Moreno. ¿Y la soberanía?