El mal moral y Dios

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Carlos Freile

En una revista cultural de suave línea anticatólica se publicó hace poco una entrevista a un connotado médico quien se refiere a una curación de alguna manera poco explicable; el entrevistador aprovecha para preguntar por qué el ser superior (así, con minúsculas) no se preocupa de todas las personas bombardeadas en la guerra de Ucrania y sí de una chica. Esta pregunta es una variante de la ya famosa: “¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?” A la que un pensador respondió: “Sus padres y ustedes arrojaron a Dios de las leyes y de las instituciones y ahora preguntan dónde está”. A ello se puede añadir algo más. Cuando en el catolicismo se habla de milagros (poquísimos los reconocidos oficialmente) se entiende que se ha dado una suspensión en las leyes de la naturaleza; en cambio cuando se trata de acciones humanas entra en juego la libertad y allí Dios no interviene para obligar a alguien a hacer o dejar de hacer algo. El mal moral depende de las decisiones tomadas por los seres humanos, respetadas por Dios. Este cronista conoció a un señor que fue beneficiario de un milagro, su pie destrozado por un tractor curó en instantes después de una oración de sus maestras, religiosas católicas; sin embargo, él no tenía fe.

En nuestro caso, habría que preguntarse si Dios es responsable de los desfalcos y peculados cometidos por políticos elegidos democráticamente, aunque también debemos plantear la pregunta si Dios ha propiciado los recurrentes fraudes electorales o las acciones deletéreas de algunos jueces o decisiones raras de cierta Corte suprema en su poder…

La existencia en el Ecuador de muchísimas personas bajo el nivel de pobreza no se debe a la voluntad de Dios sino a las acciones inmorales cometidas por individuos concretos, ya sea en el ámbito privado ya en el público. Para los católicos nadie, ni quienes conducen el Estado, están exentos de cumplir sus deberes morales. Allí entra la libertad como cualidad esencial de los seres humanos, también de los políticos, aunque a veces pareciera que estos han descendido a niveles de mero instinto determinista.