El Gran Independiente del Valle

Pablo Escandón Montenegro

No soy hincha de Independiente. Mi equipo es otro, pero hay que reconocer que Independiente del Valle no es solo un proyecto deportivo sólido, sino que es una forma de vida que va más allá de lo deportivo.

Cuando era pequeño y llenaba las tarjetas de Golazo, la lotería deportiva de los ochenta, aparecía un equipo de segunda división: Independiente José Terán, un equipo modesto, de amigos y vecinos de Sangolquí, que jugaba zonales y provinciales. De allí proviene su nombre.

Con la llegada visionaria de los directivos actuales del Independiente del Valle, el nombre dejó de ser ese personaje y pasó a ser del Valle, de la localidad expandida, de Amaguaña, de Conocoto, de Alangasí, de todo el sector influenciado por Los Chillos.

Es así que en la década de los noventa, inicia el viaje de modernización, de siembra en el método deportivo y en la proyección a futuro, bajo una filosofía de formación de deportistas, de cantera, de descubrimiento de figuras.

A la par, se fue gestando la administración deportiva y el crecimiento de la infraestructura, que actualmente cuenta con todo lo que un buen equipo requiere para su funcionamiento integral.

Lo educativo es importante para esta gran empresa ganadora. Sin la educación de sus deportistas no hay éxito, pues la comprensión del mundo en el que viven y su relación social con él es destacable. Los jugadores que allí se forman tienen una clara idea de dónde vienen, hacia dónde quieren ir y de qué manera lo van a conseguir; siempre acompañados de una guía educativa, de un soporte familiar.

El valle de Los Chillos es rayado y rosa, los colores de este equipo que ha ganado dos Copas Sudamericanas. Y en su estadio, junto a Chillo Jijón, no se admiten noveleros, aunque ahora muchos se cambian y se ponen la camiseta del campeón, pero en realidad hay que sentirla y tenerla como primera piel, y eso la novelería no aguanta.

Exitosos son sus dirigentes, exitosos son sus jugadores; pero más exitosos son sus hinchas, que no son muchos, pero que desde cuando se referían al José Terán, se mostraban orgullosos de su cancha pequeña, de su tenacidad y su tesón.

Un saludo honorable y afectuoso a Independiente del Valle, que jugó, gustó y ganó. Esto demuestra que cuando se hacen proyectos deportivos sin tintes electorales ni políticos, lo que prima es el carisma deportivo para sacar adelante a chicos que ven en el fútbol su oportunidad de ser mejores personas, de educarse y poder ayudar a la familia.

Que existan muchos más proyectos que imiten al exitoso Independiente del Valle.