El Gobierno y sus juicios reduccionistas

Francisco Escandón Guevara

 El pueblo convirtió a la consulta en un plebiscito que desaprobó la gestión de Lasso y precipitó la crisis política. Ahora las alternativas a esta tensa situación provocan incertidumbre. El descrédito de las diversas instituciones está dosificado por el juicio político, con el cual se podría destituir al Presidente.

Desde el oficialismo tratan de desnaturalizar el juicio político como si se tratase de uno penal y desempolvan el viejo libreto de la propaganda maniquea, como otrora lo hizo el correísmo, para acusar indistintamente a adversarios e inconformes como golpistas, antipatriotas, narcotraficantes o criminales.

Como la palabra presidencial y de sus ministros está desvalorizada, un grupo de adeptos al banquero, autocalificados como ‘sociedad civil’, trinan sobre ‘los logros de Lasso’ e imploran rectificaciones en bien de una ficticia democracia y una prostituida gobernabilidad. Tratan de convencer al pueblo de que es preferible aguantar un bodoque electo en las urnas a usar un mecanismo constitucional para destituirlo.

¡Vaya juicio reduccionista de democracia y gobernabilidad! El Gobierno carece de sentido autocrítico. Su solipsismo neoliberal, idolatrado por unos cuantos zombis, terminó por dinamitar su escuálido poder al que se aferra con uñas y dientes.

Lasso está acorralado, si la Corte Constitucional admite el juicio político y llega a ser censurado en la Asamblea Nacional será como resultado de un creciente descontento popular motivado por el incumplimiento de las ofertas electorales, por la desinversión social y productiva, por el sometimiento al ajuste fiscal fondomonetarista, por los vínculos con la corrupción y el narcotráfico, etc.

El juicio político, incluso la eventual destitución, no es sinónimo de golpe de Estado o dictadura. La continuación del Gobierno de la banca es una arbitrariedad que debe ser derrotada nuevamente en las calles.

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@PanchoEscandon