El CECUME, patrimonio médico cultural

Sara Serrano Albuja

“En la villa de Quito, con cincuenta mil habitantes, eran cinco los médicos, ahora somos millones, médico solo tú, ”. Ensalzaba así el poeta Eduardo Villacís Meythaler al precursor Eugenio Espejo, alma de la medicina, la libertad y la cultura de Quito. La creación del Museo Nacional de Medicina, bajo la responsabilidad del Centro de la Cultura Médica Ecuatoriana—CECUME— y del Ministerio de Salud Pública fue un sueño visionario de médicos cultos, amantes de la ciencia y las artes, para legarnos este patrimonio.

Por la calle Luis Sodiro, nombre del magistral botánico jesuita, se ingresa a este museo ubicado en el antiguo y deslumbrante Hospital Eugenio Espejo.  Una sensación de disfrute espiritual se siente en este santuario concebido como  un “centro de investigación, docencia y conservación del patrimonio médico ecuatoriano”, tal cual consta en el convenio para su creación firmado por destacados médicos como Rodrigo Fierro Benítez,  Eduardo Estrella y otros. Ricardo Torres Gavela, Presidente del CECUME, médico, poeta historiador y antropólogo, afirma que «la Fundación CECUME, creada por el prestigioso médico  ecuatoriano Eduardo Estrella Aguirre, inscrita legalmente en julio de 1994 y actualmente bajo la tutela jurídica del Ministerio de Cultura y Patrimonio, mantiene, desde entonces, con su propia mística, el trabajo de conservar, difundir y custodiar los bienes patrimoniales tangibles e intangibles de la cultura médica ecuatoriana, a pesar de actitudes obstructivas contra las actividades en pro de la cultura médica, por parte de cierta burocracia del Ministerio de Salud Pública».

Rodrigo Fierro Benítez, quien fuera Presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Historia de la Medicina, al prologar el libro sobre la memoria del Museo Nacional de Medicina Estuardo Estrella, de Francisco Rigail, apuntó que “Eduardo Estrella ha contribuido a que nosotros los médicos ecuatorianos tengamos conciencia plena de que formamos parte de una clase profesional con raíces, con antecedentes respetables. El médico ecuatoriano no es un huayrapamushca, un hijo del viento”.

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