El camaleón Tik Tok

No todo es Tik Tok ni tampoco se gana las elecciones con Tik Tok. Esta aplicación, que es la representación viva del camaleón, no se lleva bien con todos los candidatos, porque mudarse de personalidad (ropa, gestos y palabras) es una capacidad de pocos. Eso no quiere decir tampoco que, quienes las usan se despersonalizan totalmente, sino que hay políticos que tienen mayor autenticidad, sencillez y conectan mejor con las audiencias, las que gritan por transparencia y rechazan lo demasiado elaborado, prefabricado y fingido. Parece que ninguno de los dos candidatos a la segunda vuelta se lleva bien con el Tik Tok, pues han causado polémica antes que aceptación. ¡Qué alce la mano quien lanzó la primera piedra!

El Tik Tok no solo es un formato, es ante todo la capacidad de transmitir un mensaje de manera entretenida, impactante y sin muchas vueltas que darle con el complemento de una infinidad de recursos audiovisuales. Por tanto, no es solo una ocurrencia, es ante todo inteligencia y creatividad. En política, el ejercicio es más complejo, debido al descrédito que tienen los implicados de la primera línea. Por eso, lograr atención y aceptación de un mensaje requiere de mucho trabajo, pues detrás hay un equipo que analiza la calidad de los contenidos, las maneras de transmitirlos, los escenarios en que se producen y las personas que están más habilitadas para hacerlo.

Decir que la victoria está en las redes es muy apresurado todavía, sin que ello desconozca la capacidad de penetración que tienen en las audiencias, sobre todo en una población novelera que dedica unas cuantas horas al día para informarse, entretenerse e intercambiar ideas con sus cercanos y también amigos anónimos por medio de Facebook, Instagram, Whatsapp, Tik Tok, entre las más frecuentes. ¿Debería preocuparle a un candidato que invierta mucho dinero en redes y no logre causar algún rebulicio? Sin duda, pues el confinamiento aceleró la digitalización de la política, aunque sigan en juego los medios tradicionales y sobre todo la percepción que tienen las personas de la política desde su vida cotidiana.