El banquero presidente

En 1947 gobernaba el Ecuador el presidente José María Velasco Ibarra, pero en agosto su ministro de Defensa, el coronel Carlos Mancheno se proclamó Jefe Supremo. El Ejército no lo apoyó, por esto se hizo cargo del poder el vicepresidente en ejercicio, Mariano Suárez Veintimilla, el cual fue vetado por el Ejército por su condición de afiliado al Partido Conservador.

El Congreso extraordinario designó presidente a Carlos Arosemena Tola. Este caballero guayaquileño había fundado en 1920 el Banco de Descuento y lo había dirigido hasta 1952, era pues un banquero de pura cepa.

Este banquero, acompañado por el vicepresidente José Rafael Bustamante, gobernó un año, tan solo un año, pero su huella fue decisiva para el progreso del país. En primer lugar se empeñó en combatir las rencillas estériles entre políticos, logró darle al Ecuador un clima de paz y sosiego, luego de largos años de desorden. También dictó una nueva ley de Régimen Monetario, la cual saneaba las condiciones económicas del país; firmó la Carta de la Organización de los Estados Americanos…

En su gobierno se inició el proyecto de plantar banano en la Costa con el fin de exportarlo a gran escala. El impulsor de esta idea fue Clemente Yerovi, quien había sido presidente del Banco de Crédito Hipotecario en 1936 y habría de ser ministro de Economía en el siguiente gobierno, el de Galo Plaza Lasso y, años más tarde, respetadísimo presidente interino de la República.

Nadie desconoce en nuestra Patria el beneficio que significó la exportación de banano para nuestra economía así como el establecimiento del orden y de la paz política, la cual finalizó cuando, por voluntad sin perspectivas de los ecuatorianos, volvió al poder el populismo con Velasco Ibarra.

En la vida pública debemos dejar de lado los membretes y los epítetos para fijarnos en las realizaciones, en las obras. En nuestra historia hemos tenido banqueros que han ejercido la presidencia con éxito y economistas que no han dado pie con bola. No oigamos las injustas palabras cargadas de desprecio, veamos las benéficas obras constructivas.