Educación y tiempo

Buscar respuestas sobre por qué  un país con recursos no alcanza buenos niveles de desarrollo es tarea compleja; sin embargo, un líder visionario e informado crearía un proyecto a largo plazo —15 o 20 años— para transformar el sistema educativo, comenzando por formar maestros, de básica hasta superiores, que sean profesionales con calidad competitiva a nivel mundial.

En teoría, es posible. Tenemos gente inteligente. Hacerlo requiere decisión de cambio y  visión de futuro. Otros países lo lograron aplicando una revolución en el método y administrando recursos con gran honestidad. Eliminaron materias de poca utilidad práctica y enfatizaron ciencias como matemáticas, física, química, biología, sistemas informáticos y ramas afines. La investigación en ciencias sociales sirvió con profundidad de diagnóstico.

Una visión así implica contar con recursos económicos y humanos; en ello se ve la capacidad del líder de aglutinar un equipo de calidad para el diseño e instrumentación del gran salto de conocimiento y acción. Sin embargo, hoy esto es apenas un sueño; quizá el tiempo perdone  los errores del pasado y en algún momento demos el paso decisivo hacia delante, construyendo un país justo y democrático, donde la justicia cumpla su rol y ejerzan la política aquellos a los que “no les gusta el dinero”, como apunta el filósofo de la praxis José Mujica.

Las ciencias sociales son parte central en la misión de encontrar información certera de la problemática social, causas y consecuencias, aporte fundamental para el desarrollo de programas de estructuración, sustentación y empoderamiento positivo de la sociedad. Preguntémonos honestamente si somos capaces de hacerlo; quizá sí —sueño utópico pero posible como país que se reinventa y busca el liderazgo de gente honesta y sabia que pueda iniciar el cambio, aunque por lo complejo de la tarea hay riesgo de perecer en el camino—.