Ecuador, tarea de todos…

El mantener la vida y sobrevivir a la violencia va convirtiéndose en un reto diario que queremos soslayar a manos de los noticieros, cuando potencialmente todos estamos expuestos a ser víctimas de este mal, en cualquiera de sus formas.

A diario sabemos de asaltos, robos, sicariatos y muertes violentas, a cualquier hora y en cualquier lugar. Peor todavía si repasamos las masacres de las cárceles, donde los asesinados de los últimos días, de maneras brutales —con decapitaciones y celebraciones de la carnicería—, se cuentan por centenas.

En este caos, los gendarmes del orden dicen haber sido rebasados por los criminales; cabe preguntarnos: ¿qué va a pasar entonces con la seguridad ciudadana, con los anuncios del gobierno de una cifra de 70 millones de dólares para afrontar este mal?

En qué van a ocupar esos dineros, porque esto que estamos viviendo debe llevarle al régimen a fajarse en todo sentido y con la colaboración internacional, de lo contrario no habrá solución y el narcotráfico habrá hecho del país su territorio.

¿Qué hay con los señores militares para quienes no hay guerra, ventajosamente, desde hace mucho tiempo? ¿No será hora de que se pongan también en las calles, junto a la policía, para defender la heredad ciudadana? Seguro ahí se han dado o se tendrán que dar presupuestos “reservados o no” pero invertir o recuperar lo invertido en  tantos efectivos que saben portar y utilizar armamento.

Lo que pasa en las calles y en las cárceles es un detonante de algo desproporcionadamente mayor que se puede venir, pues la lucha por el control no es una riña entre presos comunes, es entre mafias capaces de comprar no a la guardia de las penitenciarías, sino a políticos y gobernantes como se ha visto en el mundo.

Los padres también tienen que aplicarse sobre sus propios hijos; la educación, sobre sus alumnos y los medios de comunicación, cortando la programación que, aunque venda mucho, dé réditos económicos y parezca de ingenuo entretenimiento, es una apología al mal. Fin a la narconovela, donde se estereotipa con el éxito a las “muñecas de la mafia”, “al señor de los cielos” o la “reina del sur”, solamente por nombrar algunos ejemplos.

El país requiere la decisión política para caminar en paz y los asambleístas que viven horondos de sus cargos y prebendas, ajustarse a sus responsabilidades abriendo el camino y no poniendo trabas para defender sus cuestionados armatostes políticos, sino permitiendo la gobernabilidad por el bien de todos.