Ecuador nazi

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Carlos Freile

Puede parecer una expresión dura y falsa, pero no: un Estado que impide el ejercicio de la objeción de conciencia en el cumplimiento de ciertas normas, leyes o mandatos, se halla dentro de la mentalidad de los nazis, tan repudiada, con razón, desde la ética y el derecho. Por noticias de la prensa sabemos que tres juezas de la Corte Constitucional, en respuesta a la solicitud de algunas personas, han intervenido no solo en el ámbito legislativo formal, sino en la esencia misma de los derechos fundamentales de la persona humana.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial los criminales nazis fueron juzgados por delitos de lesa humanidad; la mayoría de ellos se defendieron apelando a la obediencia a las leyes vigentes en su país y a las órdenes de sus superiores, esta defensa no fue aceptada por los jueces quienes condenaron a los principales criminales a la pena de muerte, pues consideraban que en conciencia no se deben obedecer las leyes injustas o lesivas a la dignidad humana.

Ahora en el Ecuador se ha dado un paso atrás muy grave y se ha sentado un precedente nefasto: el Estado puede imponer sus normas aun en contra de la conciencia íntima de los ciudadanos y convertir en delincuentes a quienes defienden su derecho a optar de acuerdo con sus convicciones frente a situaciones consideradas contrarias a la moral y a los derechos humanos.   De esta manera nuestro Estado ecuatoriano se convierte en totalitario, por obra y gracia de…. tres personas.

Algunos teóricos se niegan a aceptar la objeción de conciencia para no perpetrar ciertos actos como producto de simples convicciones religiosas, inaceptables en un Estado laico (dejo por ahora de lado el hecho de que el auténtico laicismo consiste en respetar todas las convicciones sobre el sentido de la vida, religiosas y no), pero no es así, pues también se basan en supuestos filosóficos, antropológicos y científicos.

Defender la objeción de conciencia es impedir que el totalitarismo sectario y monopólico siembre sus raíces en este Ecuador tan proclive a su propia destrucción. No seamos ingenuos, cuidemos nuestra libertad ahora.