Ecuador es un peor país

Las masacres en las cárceles son la prueba fehaciente de que Ecuador ha fracasado institucional y socialmente.  El país se cae a pedazos y las autoridades lejos de ser capaces de tomar medidas ordinarias y extraordinarias se ven empeñadas en posicionar discursos y mensajes que solo aumentan la frustración y descontento popular.

No solamente es doloroso lo que estamos viviendo, sino que también es dolorosa la indolencia e improvisación de nuestras autoridades lideradas por el inefable Presidente. Por el bien del país, deberían aconsejarle al mandatario que reaccione o que simplemente admita que no puede gobernar. Ya no es posible seguir culpando a los demás de los fracasos gubernamentales. Hay masacres en la cárcel porque el actual Gobierno no puede ni sabe reaccionar; la gasolina está más cara porque el actual Gobierno así lo permite; no hay medicinas en los hospitales porque el Gobierno no sabe administrar la ‘res publica’; hay asesinados y criminalidad porque el Gobierno no sabe garantizar la seguridad ciudadana; hay pobreza y falta de trabajo porque el Gobierno aparentemente nos mintió en campaña.

Ecuador hoy es un peor país para todos los que tienen sentido común, mas no para aquellos políticos que se la pasan viajando en aviones que debían ser vendidos o peor aun para vicepresidentes nulos o ministros improvisados. Lasso debe absolutamente demostrar de lo que es capaz, porque, por ahora, lo único que sabemos es de lo que es incapaz.

Ecuador está viviendo uno de sus peores momentos y resulta casi increíble entender cómo pudimos pasar de lo malo que fue Moreno a lo peor que es Lasso. No se puede seguir postergando las prioridades que tiene la gente.  El mandatario debe inmediatamente llamar a una asamblea constituyente y mandar a todos a su casita. Nadie va a permitir ni tolerar que tres años más de tamaña inmovilidad gubernamental. Es urgente que el mandatario nos exponga cuál es su hoja de ruta para que podamos  seguir confiando en él o que, sino, tome en consideración asumir sus responsabilidades y hacer lo que un caballero haría al darse cuenta de que no está a la altura de la coyuntura histórica.