Dos crímenes y un suicidio

Frente a los reclamos pacíficos del pueblo cubano, que han esperado sesenta años, por la falta de alimentos, medicinas y libertad, Díaz-Canel  azuza a los “revolucionarios” a que salgan a las calles al “combate” contra los protestantes que reclaman al Gobierno en forma espontánea por  la crisis sanitaria y económica evidentes en ese país. Insta a una “guerra civil”: el pueblo contra el pueblo y además reforzado por las fuerzas represivas policiales. Un crimen planificado y organizado. Además restringe el internet. Es el silencio totalitario de los dueños del poder que no admiten otra alternativa que la suya.

México no se queda atrás: López Obrador dispone una Consulta Popular para que se juzgue políticamente a los cinco anteriores presidentes, salvo a él. La Corte Constitucional altera algo la pregunta: en el sentido de que se juzgue políticamente a los funcionarios políticos del pasado. Parecería que no hay leyes penales en México, al querer juzgamientos  de excepción y retroactivos. Recuerda las “purgas” de Lenin y Stalin. En los juicios de Núremberg, 1945, en verdad se creó una legislación de excepción para juzgar a los culpables de los abominables crímenes cometidos durante el Holocausto, sucedido a consecuencia de una conflagración mundial que había costado 50 millones de muertos. Las purgas ideológicas siempre serán un crimen. Lo de México   apenas es la “puntita” de un aspirante a eternizarse en el poder.

 Chile  quiere pasar de la prosperidad, de ser un país ejemplar, con todas las debilidades que tiene una democracia, a un  régimen revolucionario, de aislamiento, de atraso, a pretexto de la desigualdad, cuando  ésta solo desaparece o se mengua cuando hay libertad, trabajo, iniciativa y se abre al mundo desarrollado. Un suicidio político. Una conspiración para retroceder, para llegar a  un desastre organizado.  Querer transitar de una democracia posible a un futuro político impredecible no parece razonable.

Se ha afirmado que “Una mala revolución perdura”. Ese es el peligro. Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Nicaragua son los caminos  que no se deberían  andar.