Doble rasero

“Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”, afirmaba John Foster Dulles, quien fuera secretario de estado de Estados Unidos, en la presidencia de Dwight Eisenhower. Esta es una gran verdad del imperio estadounidense en sus relaciones con los demás pueblos y países de la Tierra, porque practica un doble rasero o doble moral. Así puede mostrarse amigable hasta alcanzar sus objetivos económico-políticos, o feroz y agresivo para imponerse a gobiernos o Estados. También recurre a guerras de agresión para derrocar gobiernos, masacrar a los pueblos e imponer crueles dictaduras, para “defender los derechos humanos, las libertades y la democracia”.

Ferozmente ataca a Cuba, pero la isla de la dignidad mantiene y profundiza su revolución. Agrede de manera prepotente a Nicaragua, pero el pueblo defiende su Revolución Sandinista. En estos tiempos, Venezuela es el blanco de feroces y repugnantes ataques, incluidos amenazas de agresión militar para liquidar la Revolución Bolivariana iniciada por el Comandante Hugo Chávez, pero Gobierno y pueblo no se han dejado intimidar y cada día luchan por su patria libre y soberana.

Es absolutamente inmoral agredir a los pueblos sobre presuntas violaciones a los derechos humanos sin reconocer que en el interior de Estados Unidos, cada día y en cada instante, se violan los derechos humanos de los pobres, afroamericanos, indígenas, latinos e inmigrantes.

Agrede a Venezuela, pero visita a Maduro en busca del petróleo venezolano. Este es un típico ejemplo del doble rasero de los políticos y gobiernos de Estados Unidos en sus intentos de someter a los pueblos del mundo, para satisfacer sus inagotables apetitos de poder y riqueza acumulada con saqueos de recursos naturales, según sistemas de las transnacionales “made in USA”.