Destructores de la democracia

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

La ineptitud de ciertos líderes políticos nos da pistas de que únicamente buscan el poder. Cuando lo alcanzan, revelan sus verdaderas intenciones; los aliados se muestran sorprendidos con ciertas actitudes despóticas de sus líderes, olvidando que fueron ellos que con su apoyo les permitieron escalar posiciones.

Más de un caudillo en Latinoamérica ha instaurado gobiernos dictatoriales gracias a las debilidades democráticas de ciertos países.

Debemos aprender a reconocer a las personas autoritarias o sumisas, analizar sus actitudes para evitar que ocupen cargos de responsabilidad que superen sus aptitudes.

Por desgracia, no existe un sistema de alerta infalible que nos anticipe si los líderes padecen problemas serios de personalidad, ya que engañan con facilidad y llegan a las masas con la ayuda de mecenas que gestionan la corrupción. Un dictador no siempre exhibe su despotismo antes de llegar al poder; algunos llegan cumpliendo procesos democráticos que luego abandonan, se confieren todos los poderes del Estado, destruyen la república y todo lo que no es de su agrado.

Hay que preocuparse cuando los políticos elegidos evaden las leyes y normas; niegan a sus adversarios toda legitimidad; alientan, toleran o incentivan la violencia; restringen las libertades civiles y de los medios de comunicación; violan la Constitución; establecen mayorías parlamentarias para burlar a la justicia; utilizan vías ilegales para mantenerse en el poder; señalan a sus rivales como subversivos, espías, delincuentes y una amenaza para el país que intentan desmantelar; arman grupos de mercenarios con nombres sugestivos y amenazan con medidas ilegales y punitivas a quienes cuestionan su afán dictatorial encubierto en una personalidad paranoide.

Para sostener la democracia es necesario contar con un verdadero sistema de contrapesos, en el que cada una de las funciones del Estado cumpla sus funciones con independencia y se fortalezca la institucionalidad con responsabilidad. Para bien del Ecuador acabamos de superar una etapa crítica de populismo irresponsable.