Derecho aeronáutico

Viajar sobre montañas y nubes es una de las actividades que más creció hasta la pandemia. Ahora, el comercio y el turismo están volviendo a reanimar este tipo de transporte, que naturalmente tiene normas y regulaciones bastante rígidas debido a la necesidad de mantener la seguridad cien por ciento en los vuelos.

Con el tema del radar y el narcotráfico ya se le ocurrió a algún legislador o legisladora proponer una ley para “derribar” naves no identificadas. Resulta fácil decirlo —para buscar pantalla—, pero las cosas no son así. Hay toda una legislación a nivel mundial sobre la navegación aérea que no se puede transgredir bajo ningún pretexto. Ya tuvimos una gravísima falta cometida por la alcaldesa de Guayaquil cuando ordenó meter camiones al aeropuerto para impedir el aterrizaje de una aeronave; así de grave, o peor, sería una “ley que ordene derribar un avión o avioneta”, por sospechosa que fuera. Solo se puede bajar aviones en caso de guerra.

El especialista Maximiliano Naranjo ha publicado un libro sobre ‘Cuestiones de Derecho Aeronáutico y Políticas del Transporte Aéreo’, que viene a ser una excelente aporte para las actuales preocupaciones de los legisladores en su afán de crear una “ley” más. Como se verá, existe una normativa a nivel mundial que todos los países con las respectivas organizaciones rectoras para el movimiento de personas y mercancías por los caminos el aire deben cumplir.

Este volumen es un compendio y guía para enmarcarse en las normativas existentes, cuando se trate de crear legislación sobre temas de aerotransporte, y además contiene varias criterios sobre los proyectos que ha tenido el país en este campo, observaciones sobre la infraestructura aérea, comentarios y recomendaciones relacionados al organismo mundial de la aeronavegación, OACI, políticas de cielos abiertos, etc.; temas de mucha importancia para la economía nacional, que deben conocer quienes manejan las políticas de la aeronavegación, elemento vital especialmente para las ciudades y la producción de territorios mediterráneos, como la Sierra y Amazonía ecuatoriana. El conocimiento aplicado a la política es lo único que puede salvar a este país.