Depuración necesaria

El control de las cárceles está vinculado a la capacidad de gobernabilidad frente al crimen organizado. El secuestro de ciudadanos implica un delito peligroso de autodestrucción social en escalada. Hoy la crisis carcelaria convoca al país entero. Instituciones armadas, justicia y compromisos. Es la Policía la encargada de enfrentar la narcodelincuencia y acabar con nuevas formas de violencia. Inaceptable que los líderes de bandas criminales dominen el control de las prisiones y se refleje ante el mundo la violación de derechos humanos por cada masacre entre reos tras un mismo guión.

Una vez renovado el estado de excepción, el gobierno está en la obligación de presentar resultados administrativos y financieros. No es suficiente cuantificar los operativos de seguridad cuando a la par el miedo al secuestro se propaga entre la ciudadanía. Más allá de la conmoción causada por el secuestro de dos jóvenes en Manabí, está el engranaje del terror trasladado desde la cárcel. El secuestro de la hija del líder de Los Choneros, alias Fito, abre otro capítulo aparte de tensión, sobre todo en los barrios de Manta.

Las labores de inteligencia policial requieren un soporte de confianza y apoyo en el sistema de justicia. Las disputas entre bandas criminales se visualizan con un desenlace cada vez más sangriento y con pocos resultados positivos. Esa cantidad de toneladas de droga incautadas en los últimos meses enfocan la dimensión de una guerra anunciada pero silenciada. Tal vez ya es hora de revisar el Código Penal y reformar esa legislación que ha triplicado la cantidad de presos en un absurdo hacinamiento. Blanda y cómplice con delitos como el sicariato, secuestro y extorsión. Sin duda, carta abierta para jueces y fiscales que no han logrado diseñar un sistema de rehabilitación coherente.

Siempre queda la duda sobre cómo se realiza el mecanismo de venta de armas y explosivos en las calles. Esto y la dinámica de introducir en las cárceles droga y armas sin que exista una real depuración de las fuerzas militares, policías y de todos los elementos del orden. Hace falta  un cambio radical para no narrar pronto otra masacre.

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