Democracia manipulada

Wellington Toapanta

Se afirma que la democracia ecuatoriana está fatigada, que la sociedad está cansada. Lo visible es que la democracia es manipulada por actores políticos y sociales, la sociedad fue acostumbrada a subsidios y cuando no les satisfacen, todos, en conjunto, desatan emociones por sobre las razones.

La sociedad cansada y la democracia fatigada interesan a los actores políticos y sociales motivados solo por la disipación, con una de sus derivaciones, el libertinaje, la mayoría parlamentaria hace gala de su rala iniciativa legislativa.

Esa mayoría — con sus fuerzas de choque— hizo algarabía con la supuesta ‘investigación’ de ‘El Gran Padrino’, a cuyo presunto involucrado le determinaron plazo para que se vaya a su casa, pero tres semanas después está azorada buscando acusación, dadas las asimétricas piezas del ensamble montado.

Así, la democracia está manipulada, asediada por obsesivos de poder e impunidad, quienes parecen haber reducido decibeles con los que se, dice, anticipaban repartos de cargos públicos y la disipación.

Como escalan las negligencias para localizar la causal del juicio político presidencial, parecen haber montado otro escándalo, esta vez con presunta asistencia de conmilitones externos, propiciando la fuga de una convicta de una sede diplomática, para desatar nuevas sospechas sobre el asediado, a quien juraron relevarlo del cargo, desde el 24 de mayo del 2021.

Así, en democracia se manipula a la democracia, se fatiga a la sociedad, parece primar obsesión por el poder político del Estado, mucho más cuando están en marcha imputaciones con el caso Sinohydro, que salpicarían a quien se autodenominó ‘Jefe de todas las Funciones del Estado’.

No, la democracia no está fatigada, la sociedad no está cansada. La fatiga se produce por la distorsión de hacer política, el cansancio por el posicionamiento del Estado mesiánico, generados por la Constitución del 2008.

Urge revertir esa normativa, así como restablecer asignaturas éticas en el sistema educativo, porque los actuales ‘jóvenes políticos’ desconocen que el bienestar es consustancial al trabajo, no a subsidios ni dádivas, menos a desenfrenados discursos.

La sanidad del Ecuador repugna actores parlamentarios que se solazan con mantener en vilo a la institucionalidad del país, a la seguridad, a legítimas perspectivas de desarrollo nacional.