¿Demagogia pandémica?

Se supone, o al menos así lo dictaría un simple ejercicio de sentido común, que desde el 2020, hasta la actualidad, las autoridades nacionales y locales, debieron aprender, con evidencia científica que así lo demuestre, cuáles son las medidas más oportunas para contener el COVID-19. Es cierto, queda mucho por conocer, sin embargo, no se pueden continuar aplicando las mismas medidas de hace dos años, cuando la eficacia de las vacunas es evidente y el confinamiento, ya no es la solución. Pese a aquello, la realidad demuestra que es más importante satisfacer el miedo e histeria colectiva, que explicar y demostrar qué ayuda y qué no, a controlar al virus.

Lo penoso del caso, es que esa “demagogia pandémica” sigue impactando en la educación de los más jóvenes, manteniendo cerradas las escuelas y colegios, sin ninguna razón aparente, más que la existencia misma del virus. Claro, muchos dirán que la situación actual amerita que repensemos las formas en las que nos protegemos, sin embargo, no termina de entenderse la insensatez de las medidas. Por un lado, el Ministerio de Salud, el COE Nacional y los municipios, dicen controlar aforos y aglomeraciones, pero por otro, los centros comerciales y el transporte público siguen recibiendo a miles de personas.

¿Será que alguien piensa en los niños, niñas y adolescentes que, en cualquier nivel de estudios, llevan un retraso considerable? Si la pandemia empezó en marzo de 2020, es claro que los estudiantes tienen un déficit educativo de casi dos años. El riesgo, aunque parezca mentira, es que una gran parte de esta generación de jóvenes no sea educada adecuadamente.

 La escuela es un asunto de interés público. Que no abra sus puertas, tan solo está consiguiendo que las desigualdades educativas incrementen. Pensemos en los menos favorecidos: sin tecnología apropiada, sin conexión a internet, sin almuerzo escolar, sin socialización y sin expectativas sobre la educación perdida. Las decisiones no pueden sustentarse en el estrés y el miedo, sino en comprender que debemos convivir con el virus y que las brechas de aprendizaje deben empezar a reducirse. Veremos.