Del CPCCS, Jorge Glas y otros adefesios

Ugo Stornaiolo

 Terminado el mundial, el país vuelve a la cotidianidad y todo sigue mal, irremediablemente mal. Los asambleístas del pacto “nebotcorreísta” intentando adueñarse a dentelladas y pasándose por el forro cualquier resolución judicial de ese esperpento llamado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS).

Los destituidos cuatro integrantes de ese organismo aferrándose a uno de los “partos de los montes” de la constitución de Montecristi, aunque importante por sus funciones: nombrar funcionarios de organismos de control (contralor, procurador, defensor del pueblo, entre otros). Desde la aparición del impresentable cura Tuárez (preso por tráfico de influencias) y su sucesor, Christian Cruz (de dudoso carné de discapacidad) y la subsiguiente de turno, la “guacharnaca” Almeida (sobrina del asambleísta), no sacan de la modorra al disparate. ¿Qué espera el país para acabar con el CPCCS?

Otro juez de medio pelo, Emerson Curipallo (de Santo Domingo), célebre por la liberación de dos narcotraficantes (alias ‘Cuyuyuy’ y ‘Madrid’) responsables de la muerte del patrón Norero, liberó a uno de los capos de la mafia correísta, Jorge Glas, por las mismas causas por las que otros jueces de medio pelo (el de Montañita y Bad Banny en Manabí) lo hicieron. Glas seguía alucinando y viendo sangre en las paredes…

Glas sale. Pocos partidarios lo acogen y acusan al estado por ‘persecución judicial o lawfare’ de la que el exvicepresidente, dicen, fue víctima. Como si el dinero ($ 16 millones) de los sobornos de Odebrecht a él y a su tío Ricardo Rivera (fallecido) no existiera. En plena fiebre mundialista, el “tipo que arreglaba computadoras en Urdesa” salió libre a disfrutar del dinero mal habido sin devolver ni un centavo de lo que dice la sentencia del caso Arroz Verde: $ 8 millones.

Desde Bélgica, el capo anuncia su vuelta, para que el pacto con Nebot surta efectos para nombrar contralor y otros funcionarios en ese adefesio llamado CPCCS, para que pueda regresar sin culpas y haga lo que sabe: gritar, insultar y vengarse.

Más adefesios: los asambleístas conspirando y atentando contra el buen gusto, la gramática y buena dicción al hablar: cuando dicen “lo impositivo de este impuesto” o que “Riobamba es provincia”, para no hablar de otras burradas. Insufrible escuchar sesiones de individuos que ganan dinero de los impuestos que los ecuatorianos formales pagan. Dicen que debía evitarse la muerte cruzada, pero ahora urge una cruzada para que los legisladores se larguen.