De copiar a robar

En mis largos años de docencia he constatado un deterioro irrefrenable del concepto de licitud en la conciencia de los jóvenes.

En mis lejanísimos años de escolar tenía compañeros que copiaban en las pruebas; de hecho algunos dedicaban tanto tiempo a preparar las trampas que bien habrían podido sacar buenas notas en el caso de ponerse a estudiar. Pero se daba el consenso no discutido de que “copiar estaba mal”. Con el paso del tiempo ese convencimiento ha desaparecido en la gran masa de las nuevas generaciones: copiar no es malo, es malo que te descubran. El clima imperante se resume en el famoso aforismo atribuido a Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.

Así, quienes copiaban en el colegio y en la universidad, robarán en sus ámbitos de gestión. Se cuidarán de que no los pillen con las manos en la masa, nada más. No quedará el asunto en ese nivel: quien roba deberá rodear su delito de toda suerte de velos para ocultarlo, de allí las mentiras, engaños, falsificaciones, en fin, las triquiñuelas de variadísima especie surgidas de la fértil imaginación de los corruptos.

Corruptos no solo porque roban sino sobre todo porque tienen la mente y la conciencia agusanadas. Su ser entero se halla inficionado por ese virus contra el cual existen vacunas desde hace siglos pero que han sido escondidas en los sótanos por los mismos cómplices y beneficiarios de esta pandemia.

Se copia, se roba y se justifica el hacerlo porque predomina el relativismo: no existe ni el bien ni el mal objetivos, solo impera la subjetividad: “Esto es bueno para mí, por consiguiente, lo puedo hacer”. Sin olvidar que detrás de ello se esconde la negación de la verdad. 

Si en la mentalidad dominante en el mundo actual volviera a imperar la convicción de la universalidad de las normas morales, no desaparecerían los delitos, pero se diera un paso al reconocerlos como tales de manera social y al aislar a los delincuentes de cuello blanco.

Tirios y troyanos aceptan la relatividad de la verdad y del bien, luego fingen escandalizarse porque alguien aconseja que “si roben, roben bien”.