Dádivas que huelen a limosnas

Alejandro Querejeta Barceló

Los recientes informes del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos hablan del crecimiento del costo de la canasta familiar básica, y que la inflación cerró en 3,7%, tres veces menos que el promedio regional. No queda claro que ello sea una buena noticia, cuando el año pasado los niveles de delincuencia y pobreza fueron notables, y sistemático el ataque contra las instituciones democráticas.

La polarización política sigue su curso en este período electoral. Nadie ha resuelto qué hacer con estos dos rubros (delincuencia y pobreza). Recientemente, desde la cartera del ramo se habló de crecimiento en diferentes sectores, desde el arte hasta el turismo. Sin embargo, ¿todo esto ha significado algo en la disminución del subempleo y el desempleo?

También es necesario contemplar el significado a corto, mediano y largo plazos de los acuerdos de integración económica internacional concretados y por concretarse. Sin duda, se camina por una cuerda floja que tiembla o se rompe según definiciones, conveniencias y posiciones de poder de cada uno de los operadores políticos.

Nadie de ellos tiene idea de su responsabilidad respecto a la pobreza, caldo de cultivo conocido de la delincuencia y la violencia social. No es con más policías y soldados, con mejores equipos de represión y cárceles, que se la reduce, sino con más fuentes de trabajo digno. Nunca con arrestos dadivosos que huelen a limosnas.

Todo pacto social fértil y prometedor comienza con el trabajo. ¿Qué concretamente se proponen los candidatos al respecto? Es hora ya de ir a meterse en la realidad pura y dura, y dejar a un lado la politiquería, la demagogia y la manipulación de las esperanzas que aún albergan los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Hasta el día de hoy ejercer la bondad no es un principio que tenga lugar dentro de la esfera política. También las desigualdades son muchas y estas no dejan de agravarse.

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