Cumbre de las Américas

Estados Unidos tiene una vasta acumulación histórica para garantizar el sometimiento de América Latina y el Caribe a sus designios políticos, económicos y socioculturales. Entre ellos, en la actualidad, sobresale la denominada Cumbre de las Américas, que tuvo sus inicios en 1994, cuando el presidente Bill Clinton convocó a la primera Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado, que se realizó en diciembre de 1994 en Miami (Florida) para promover el crecimiento económico y la consolidación  de la democracia —naturalmente, al estilo estadounidense—. La cumbre de este año se realizará en Estados Unidos, en Los Ángeles.

La cumbre programada tendrá como lema: “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”, que también fue concebido y resuelto por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Sin duda se abordarán temas como la pandemia del Covid-19 y las “grietas que ha dejado al descubierto a nivel social y económico, la crisis climática, las amenazas a la democracia y la falta de un acceso equitativo a las oportunidades”

Esta Cumbre servirá para buscar la prosperidad, aumentar los factores y niveles de la producción, y el comercio internacional con la intencionalidad de “mejorar la calidad de vida de todos los pueblos y preservar los recursos naturales del hemisferio para las generaciones futuras”. Esa es la teoría.

Estados Unidos ya no es la potencia hegemónica que ordena y los demás cumplen. Ahora existen voces que no toleran imposiciones y exigen respeto a América Latina. México, Argentina y Bolivia han sido claros en advertir que no concurrirán a la Cumbre si no se invita a Cuba, Venezuela y Nicaragua. El Departamento de Estado tendrá que someterse a esas demandas latinoamericanas. Cuba decidió no asistir.